El rostro de los jugadores de San Martín a la salida del vestuario era el testimonio suficiente para entender que ellos mismos no terminan de conocer las razones por las que el equipo tuvo este bajón futbolístico. “Nos miramos a la cara en el vestuario y no sabíamos que decirnos”, fue la confesión de Maximiliano Barreiro. “Nos falta convencimiento. Tenemos un gran equipo y no lo estamos demostrando”, fue el primer análisis de Marcos Galarza. Roberto Floris, el último en dejar el vestuario, había imaginado otra despedida de año, ya que esta semana se someterá a la intervención para solucionar su problema de meniscos en la rodilla derecha, que lo marginará de los dos partidos que debe afrontar el equipo. Y evaluó: “Ellos siempre ganaban los rebotes. Creo que esa fue una clave principal del partido. La derrota duele porque a priori era vital para nosotros ganar porque queríamos seguir bien prendidos ahí arriba, en el campeonato”. Messera fue quien trató de bajar los decibeles al malhumor: “Tampoco hay que volverse locos, porque en los partidos anteriores generábamos siempre situaciones de peligro, como ante Aldosivi que fueron siete u ocho. Fue un partido. Es una derrota que te deja mal, pero como grupo, que estamos 10 puntos en ese sentido, se puede salir adelante”.
