Uno de los últimos rescatados, que fue de los primeros en ver el extraño fenómeno, habló de una ola inicial de 20 metros. Fue el día en que un río en plena Cordillera creció súbitamente con una fuerza tal que podía derribar y arrastrar lo que hubiese en su camino. El aluvión totalmente inesperado recorrió 250 kilómetros, hasta el dique de Ullum. Recientemente se cumplieron 15 años de aquel día que colapsó la laguna Los Erizos y el paso del agua provocó innumerables daños materiales y, afortunadamente, ninguna vida humana.
Fue aproximadamente a las 11 de la mañana del 12 de noviembre de 2005 cuando un embalse natural, la laguna Los Erizos, colapsó. Repentinamente, sin previo aviso, se descargaron en el río Santa Cruz 32,1 millones de metros cúbicos de agua en apenas 67 minutos. Algo así como desagotar 9.500 piscinas olímpicas (50 metros de largo, 25 de ancho y 2,7 de profundidad), en poco más de una hora.
Y toda esa fuerza desencadenada repentinamente recorrió 254 kilómetros., afectando especialmente a Calingasta. En su parte inicial, por los ríos Santa Cruz y Blanco (donde alcanzó su máximo caudal con 1.200 m3/s) aisló a unas 75 personas, entre puesteros, turistas y mineros. Debido a que el único camino de acceso era el lecho del Río Blanco, el rescate sólo se pudo realizar en 4 helicópteros y por el viento en el área, comenzó recién el domingo 13 y se completó el martes 15. El alud, estimaron, arrasó con 100 animales de establos, principalmente cabras. Siete camionetas y dos casillas rodantes desaparecieron en minutos bajo el agua.
El geólogo Ismael Chávez recuerda aquella experiencia como "un recuerdo traumático". Era el primer día de una campaña para un proyecto minero y utilizaban el camino del lecho del Río Blanco, cuando se encontraron con el nivel de agua en el Río Santa Cruz superior a las jornadas prevas. "Llegamos como a las 9,30 de la mañana y solicitamos asistencia al campamento El Altar para que enviaran una cargadora. Decidí regresar al campamento Casablanca para que prepararan algunas viandas y cuando volvía al cruce, noté un ruido raro y mucho polvo en el ambiente, aunque no había viento. Vi al fondo de la quebrada y apareció la crecida. De repente, pasaron unas conservadoras, carpas y me di cuenta del peligro". Ismael se bajó rapidamente la camioneta, tomó el bolso con la computadora, GPS y la cámara de fotos y se enfocó en trepar con todas sus fuerzas porque el rugido de agua aumentaba incesantemente y socavaba el cerro. La camioneta desapareció en minutos. Sin encontrar explicación a lo sucedido, dudó en ir al cruce o volver al campamento a pedir ayuda. Se decidió por lo último pero el campamento tampoco existía. Siguió caminando hacia el puesto siguiente y el cansancio, en un día inusualmente caluroso, comenzó a notarse. Dejó la computadora y siguió su marcha. "Encontré a los tres muchachos que estaban en el campamento, que también se salvaron porque treparon a tiempo. Ellos estaban apunados y les dije que yo seguiría caminando hasta Los Molles. Caminé toda la noche y fue porque encontré una botellita plástica, con la que guardé agua de alguans vertientes. Muy cerca de Los Molles, en la mañana del domingo , fue cuando apareció un helicóptero". Ese día por la noche, en Barreal, supo que las otras personas que conocía estaban todas bien. Ismael regresó en febrero de 2006 al lugar, que ya no tenía nada que ver con lo que era antes. El aluvión cambió totalmente la fisonomía de ese lugar.
Río abajo, las localidades calingastinas se vieron afectadas: Barreal, Sorocayense, Tamberías, La Isla, Colón y la villa de Calingasta. Debieron ser evacuadas 230 personas porque el agua entró a sus casas. La ruta que las une, la 412 , quedó totalmente inundada. Destruyó el pasante de Sorocayense, por lo que la comunicación con Barreal se hizo más compleja. También arruinó cientos de hectáreas cultivadas y dejó durante un buen tiempo inutilizado el sistema de provisión de agua potable.
La destrucción continuó en los ríos Calingasta y San Juan., En este último, el aluvión impactó con gran fuerza en el dique Caracoles, por entonces en etapa de construcción. Estaba calculado como un hecho sobrenatural un caudal de 700 m3/s y el Rio San Juan en ese punto y en ese momento era superior a los 1.000 m3/s. Destruyó la ataguía de contención (una pared de 30 metros de alto que desvía al río para poder levantar el paredón definitivo del ) inundó la zona de obra llevándose maquinarias y casillas, rompió las rutas de acceso y provocó otros daños que perjudicaron al punto que la obra se inauguró dos años después de lo previsto. De todas formas, la obra ofició de contención. Si el aluvión hubiese ocurrido un año antes, cuando no se había construido todavía la ataguía, el agua hubiese inundado cuantiosos terrenos en Zonda y Ullum.
Los efectos llegaron hasta el dique de Ullum. Si bien al principio solamente se podía ver desde el aire un manchón marrón en el embalse, lo cierto es que todo el material de arrastre ensució los filtros, por lo que no se generó electricidad ni se dejó circular agua. La provisión del líquido para el Gran San Juan pasó a depender de los pozos de Zonda, aunque hubo momentos de escasez. El agua envasada, durante un mes pasó a costar el doble en aquel entonces en los negocios sanjuaninos.
Fue el desastre natural, vinculado al agua, más importante que se tenga registro en la provincia. Desde 1909 comenzó a medirse el caudal del rio san juan y solamente dos veces, en 1915 y 1919, había pasado la línea de los 1.000 metros cúbicos por segundo. Pero en aquellas ocasiones fue por la combinación de lluvias y deshielo. En 2005 fue un largo proceso que comenzó con una laguna que se formó por las condiciones naturales del terreno (valles angostos, desniveles) y repentinamente ‘cayó’ por su propio peso. Fue la primera vez desde que se registran mediciones. Puede volver a suceder.