El día del incidente, los mineros estaban en el refugio, en el sector Norte de la mina, y el derrumbe se produjo en el lado Sur, lo que los salvó de morir, aunque debieron soportar 17 días de incertidumbre mientras las perforadoras intentaban hacer contacto, comiendo una cucharada de atún al día y racionando el agua. El 22 de agosto hicieron sonar unos hierros, pintaron un tubo que llegó a la superficie y luego enviaron el histórico mensaje en un papel con tinta roja que leyó Piñera: “Estamos todos bien, los 33 en el refugio”.
