El domingo pasado Aurora cumplió 67 años. Después de vivir casi toda una vida en un hogar donde los insultos y los maltratos físicos eran moneda corriente, la mujer pudo salir del infierno. "Viví 27 años creyendo que mi marido me iba a matar", asegura. Pero el miedo no paralizó a Aurora y ahora colabora con la contención de víctimas de la violencia familiar. Desde hace diez año viene trabajando junto a la Dirección de la Mujer para evitar que otras mujeres pasen por lo mismo que ella. Su fuerza y las ganas de salir adelante hicieron que desde el Ministerio de Desarrollo Humano decidieran colocar su nombre al único refugio que hay en la provincia para asistir a mujeres que están en situación de riesgo. En latín, Aurora significa amanecer. Hoy se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

Dormir en la calle, sufrir el frío, pasar días sin comer y con una hija de catorce años a cuestas. El precio que tuvo que pagar por dejar a su esposo fue alto. Pero Aurora dice que valió la pena. "Aguanté todo. Pero un día mi hija me hizo ver las cosas. Mi esposo nos había encerrado y una vecina me ayudó a escapar poniendo una escalera en la medianera". Ese día Aurora abandonó a su esposo y empezó a deambular por la casa de sus hijos que estaban casados, hermanos y amigos.

"Empecé a trabajar como mucama pero no querían recibirme con una hija. Hasta que me encontré con una señora que me ayudó", cuenta Aurora. Desde entonces pasaron más de diez años y aunque su esposo murió hace tiempo, la mujer dice que todavía cae en pozos de angustia profunda y que cuando sale a la calle le da la impresión de que la está siguiendo para matarla. "Me estoy recuperando gracias a la ayuda de las profesionales de la Dirección de la Mujer. Allí recibí mucha ayuda. Cuando yo llegué con mi problema no había hogar ni refugios. Ahora me alegra que las mujeres en riesgo tengan dónde ir al menos por unos días", dice Aurora.

En el camino de recuperación Aurora aprendió de leyes, de sistemas de protección y es una experta en buscar ayuda. Esta es la experiencia que transmite a personas que viven una situación similar a la suya. Ya no tiene miedo y es cada vez más fuerte. Hasta se anima a sacarse fotos y dar la cara a la hora de contar su historia.

Sin embargo, en su vida todavía sobrevuela el fantasma de la violencia. Dice que sus hijos la heredaron y que es una maldición familiar. "Yo viví la violencia de un padre alcohólico desde que estaba en la panza de mi madre. Me angustia que mis hijos maltraten a sus mujeres. Lo positivo es que ya pasé por esto muchas veces y puedo ayudarlos para que mejoren", agrega Aurora.