La granja que fue afectuosamente llamada por Juan Pablo II, como “Vaticano número dos”, alojó durante un tiempo un par de gacelas que le regaló el delegado apostólico de Egipto al Papa Pío XI, muy aficionado a los animales. En el complejo de Castel Gandolfo trabajan unas 60 personas durante todo el año. Ellos son podadores de árboles, trabajadores agrícolas, electricistas y personal de manutención. Sólo 20 personas residen permanentemente en la propiedad.
