Adolfo tiene 65 años, reparte su tiempo entre sus hijos y sus nietos. Tiene un taller donde se encarga de reparar los aspectos eléctricos de los vehículos. De crianza tradicional y gesto ameno, confiesa que resignó que uno de sus hijos se fuera lejos, a cambio de que crezca profesionalmente. Casado con Rita desde hace más de 40 años, formó una familia a base del respeto y las buenas costumbres. Tuvieron 4 hijos, Rosita (42), Gustavo (36), Gastón (32) y la regalona, que es Jimena, de 21 años. Como sucede en cada hogar, cada uno fue tomando su rumbo, algunos se casaron, tuvieron hijos. Pero hace 3 años le tocó a Adolfo recibir una noticia que repercutió en su corazón y que a pesar del entendible dolor la aceptó: su hijo Gastón se iba a trabajar a 1.600 kilómetros de San Juan. Lo que implicaría casi no verlo.
Gastón partió a Junín de los Andes, una localidad cordillerana en la provincia de Neuquén, en busca de un trabajo que no encontró en esta provincia. Lo hizo con su flamante título de Profesor de Enseñanza en EGB 3 con orientación rural. Familiero, comprador y de buen corazón, tuvo que resignar amigos y familia a cambio de un mejor porvenir.
Para Adolfo, al principio fue duro, pero recuerda que cuando era joven tomó una decisión similar. "Me fui a Chocón Cerro Colorado, en el Sur. Al principio me tuve que ir solo y mi mujer con Rosita, que tenía 2 años, se quedó acá. Pasó más o menos un mes, conseguí casa y me las llevé, por eso entiendo la decisión que tomó Gastón", dice.
Este papá cuenta que recuerda que "hace 3 años, como Gastón no conseguía trabajo acá, me hizo el comentario de que existía la posibilidad de irse al Sur. Pasó sólo un mes y ya se estaba yendo. Fue difícil que se fuera, pero lo entendí porque era su porvenir".
La distancia a Junín de los Andes es grande, pero la tratan de acortar. "Tratamos de ir, aunque sea una vez al año. Si no, Gastón viene 1 ó 2 veces. Pero siempre un mensajito o una llamada nos permite saber cómo esta. Todavía no me animo a Internet", cuenta con una sonrisa Adolfo.
El hombre recuerda algunas anécdotas y travesuras que hizo Gastón de chico: "Una vez me sacó el auto y se lo llevó empujando unos 50 metros y después lo arrancó. Yo lo miraba de lejos y él no se daba cuenta de que lo observaba". Adolfo manifiesta permanentemente que sus hijos lo respetan y acatan las reglas de juego que hay en la casa. Y a diferencia de otros papás, que cuando tienen un hijo lejos lo viven con tristeza, Adolfo resigna ese sentimiento triste por el bienestar de su hijo.

