Manuel Castro dijo que en tres días le cambió la vida. Para mal. En ese lapso su esposa Alicia Isabel Cabrera falleció también por la falta de atención en Terapia Intensiva del Hospital Rawson. El hombre sostuvo que hasta los propios médicos le dijeron que “si no va a terapia, muere”. Pero su traslado a una terapia privada nunca llegó a pesar, según Castro, de los esfuerzos que hicieron los médicos por conseguirlo. Los mismos esfuerzos que hicieron para mantenerla con vida. “Los médicos también me dijeron que hay muchos equipos de última generación sin estrenar para terapia, pero que no se los permiten usar hasta que no sea inaugurada la parte del hospital nuevo -dijo el hombre-. Al ver que mi esposa llevaba dos días internada sin recibir lo necesario para vivir me volví loco y terminé agrediendo al personal. Espero que me entiendan y que no fue con intención de herirlos”.

Alicia Cabrera tenía 54 años y era diabética. Mañana y tarde se inyectaba insulina, con lo que mantenía su enfermedad bajo control. Pero, según contó su marido, de repente e inexplicablemente hizo una glucemia de 650 (lo normal es menor a 110) que le provocó una neumopatía. Por este motivo fue atendida en un centro de salud de Albardón, desde donde la derivaron a Urgencias del Rawson. Allí ingresó el día viernes, quedando internada en una habitación común por la falta de cama en terapia. Por dos días los médicos la asistieron de manera precaria por la falta de equipos y la imposibilidad de instalarlos en el lugar. Mientras tanto, seguían tramitando su traslado a la parte privada. “El sábado a la noche se agravó y fue ahí donde los médicos me dijeron que se iba a morir si no era atendida en terapia intensiva. Y eso pasó. Falleció a pesar de que los médicos a cada rato le hacían reanimación con masajes cardíacos. Nadie pudo hacer nada”, dijo el viudo. Manuel Castro agregó, con lágrimas, que “si hubiéramos tenido plata, esto no habría ocurrido”.