Iyengar, precursor de este tipo de abordaje para la práctica del yoga, recibió los premios más prestigiosos de la India, además de ser candidato al Nobel de la Paz. Una trayectoria asombrosa para un niño que nació en Bellur, una aldea al sur de la India, y cuya infancia estuvo ensombrecida por la pobreza y las enfermedades, hasta el punto de que los doctores predijeron que no viviría más allá de los 20 años (vivió hasta los 96). A los 16, empezó a practicar bajo la tutela de su cuñado, Krishnamacharya, hoy considerado el padre del yoga moderno. El joven era tan pobre que se mantenía con arroz y agua, mientras iba de un pueblo a otro para demostrar su fuerza y flexibilidad por unas pocas monedas. A los 18 años viajó a Pune para enseñar por orden de su maestro y allí se casó, estableció su familia y empezó a darse a conocer. De sus seis hijos, dos de ellos continúan su labor al frente del Ramamani Iyengar Memorial Institute: su hija Geeta y su hijo Prashant, al igual que su nieta, Abhijata Sridhar.