El atípico año que vivió la provincia esta temporada a nivel climático -lluvias, granizo, mucha humedad y enfermedades dando vuelta- tiene retrasada la vendimia unas dos semanas, según reconoció el mismísimo Instituto Nacional de Vitivinicultura. La evolución del grado, que en el caso del mosto cuesta conseguir los 220 gramos de azúcar por litro exigidos, está retrasando la llegada de la uva a las bodegas. Mientras tanto, las operaciones que se realizan en gran parte de los casos es con uvas que se recepcionan por debajo de los 220, cuestión decanta en un prorrateo del precio, cosa que no sucede si la concentración de azúcar es más alta -una vieja queja del sector viñatero-. “Hay una buena parte de la uva que se recepciona con menos, está en cada bodega bajar o no el precio de compra, algunas lo hacen y otras no”, explicaron desde la Cámara de Mosteros.
