Mónica Barros, perforista minera
Trabaja en Mina Alumbrera y fue en su lugar de trabajo donde conoció a otro perforista que actualmente es su pareja, tienen un hijo y además comparten la máquina de trabajo.
El caso de Mónica Barros representa uno de tantos, pero no por ello menos particular. Ingresó al sector minero sólo con el carnet de conducir en la mano. Dispuesta a aprender todo lo que fuera posible para lograr estabilidad laboral y económica. Sin embargo, en el camino no sólo pudo consolidarse como perforista en la enorme mina catamarqueña, sino que pudo desarrollarse personalmente.
En la mina formó pareja, con otro perforista que la capacitaba en sus principios. Del fruto de esa relación nació un pequeño de actualmente dos años y medio. Pero además, recientemente la pareja comparte la misma máquina perforadora con la que cumplen sus labores diarias. “Es decir que cuando yo salgo de trabajar, él entra. Yo trabajo de día y él de noche o viceversa. En un principio trabajábamos en el mismo turno, pero luego nos dimos cuenta de que la relación se desgastaba y empezaba a haber problemas. Así que decidimos dividir los turnos. Actualmente trabajamos siete días y siete días estamos en casa con el pequeño. A veces es difícil y se extraña mucho, porque tenemos un régimen laboral de siete días en mina por siete días en casa. Pero sabemos que es por nuestro futuro y nos ayudamos dándonos aliento mutuamente”.
Mónica asegura que la presencia de mujeres en el ámbito minero ha aumentado de manera sostenida a nivel nacional desde que ingresó a Mina Alumbrera hace siete años. Y asegura que esto no solo beneficia al sector sino que lo distingue de otras industrias donde la mujer todavía no tiene tanta presencia en tanas áreas distintas. “No puedo decir que no extraño a mi hijo cuando trabajo. Es más, cuando me quedé embarazada estuve más de un año sin pisar la mina y cuando ya fue hora de volver, dije que si el bebé respondía bien, seguía, y si no, dejaba. Pero en el fondo también extrañaba mucho la mina y a mis compañeros”.
