Más de una vez, cuando he tenido que contar la historia de algún personaje ya fallecido, nacido o muy vinculado con San Juan, me he encomendado a él y con buenos resultados. Sucedió con Buenaventura Luna, con la bailarina María Ruanova y el pintor Lino Enea Spilimbergo, entre otros. Esta vez no fue la excepción. Más afuera que en San Juan (donde vivió poco tiempo) se sabe que Agustín Cornejo era un talentoso guitarrero y cantor que actuó con Gardel y que un pequeño Piazzolla debutó con él en Estados Unidos, donde hizo roncha. ¿Pero quién fue este hombre nacido en La Legua en 1899, que paladeó el éxito? Comencé a rastrear descendencia, documentos, testimonios… Habían pasado terremotos, traslados, una familia muy pequeña y mucho tiempo… los datos no abundaban. Di con un coleccionista de Buenos Aires que conoció a una hija, pero no tenía más que valiosos objetos y un dato casi desalentador: las dos hijas ya habían fallecido y no se supo más. ‘Hasta aquí llegué’, pensé (dado el poco tiempo que me quedaba para entregar la nota) cuando apareció un nombre: Cristina Kotz Cornejo, una cineasta norteamericana. Constaté que era su nieta, ya que había hecho un documental familiar. La encontré en Facebook, me faltaron dedos para escribirle, no respondía. Mirando sus fotos veo con asombro una donde está con Roberto Guevara, un artista local conocedor de la cultura huarpe. Lo llamé. Justo viajaba en colectivo con alguien que tenía el teléfono de Cristina y me lo pasó. La llamé, le mandé whatsapps y al final contestó.

¡Eureka, había llegado a ‘la fuente’! Con el entusiasmo propio del ‘hallazgo’ comencé a preguntar y me interrumpió: ‘Nos juntemos mañana en el hotel’. Es una de los dos nietos que tuvo Cornejo, la única que recopila la historia de su abuelo, vive en Estados Unidos, la había encontrado ¡y estaba de paso en San Juan! Después de un largo intercambio nos despedimos convencidas de que no hubo casualidades en el encuentro. Entregué mi nota con la satisfacción que da un abundante material inédito. Y, nobleza obliga, otra vez miré al cielo y dije ‘Gracias Cornejo’. 

 

 

La tarea de los periodistas, en primera persona