Uno de cada tres argentinos que sufre un infarto muere, alertaron especialistas, que precisaron que se registran unos 50.000 al año en el país.

De ese total, que corresponde a las últimas cifras oficiales del Ministerio de Salud, de 2015, mueren 17.130 personas, prácticamente una de cada tres, detallaron las fuentes.

En tanto, la mortalidad intrahospitalaria, que se mide exclusivamente entre los que llegan a recibir atención médica, es de aproximadamente uno de cada 10 casos (un 8,8 por ciento), según un estudio nacional que realizaron la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y la Federación Argentina de Cardiología (FAC).

 

Angioplastías

Unas 40.000 angioplastías se realizan por año en la Argentina, procedimiento que en septiembre cumple 40 años y que ‘gracias a los avances es exitoso en el 99 por ciento de los casos‘, afirmó el cardiólogo intervencionista Jorge Belardi.

 

‘La demora del paciente en reconocer los síntomas, la tardanza en solicitar asistencia, la espera de la ambulancia y, muchas veces, los retrasos en la intervención médica hacen que se pierda un tiempo clave frente a un cuadro de infarto agudo de miocardio‘, alertaron los responsables de la organización del XXIII Congreso Anual de la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista (Solaci) y XXVII Congreso Anual del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI), que se realiza hasta hoy en Buenos Aires.

Para el director del Comité Organizador del congreso, el cardioangiólogo Alejandro Palacios, ‘el problema es que muchos pacientes ni siquiera llegan al centro asistencial, y aún entre los que sí acceden a la atención médica todavía es muy elevado el nivel de mortalidad en comparación con parámetros internacionales‘.

‘Sólo por dar algunos ejemplos, la tasa de mortalidad intrahospitalaria en EEUU de acuerdo con las guías clínicas de 2013 oscila entre un 5 y un 6 por ciento, mientras que en España alcanza el 7,4, en Francia el 4,4 y en Bélgica el 7,5 por ciento‘, agregó el también cardioangiólogo intervencionista y ex presidente de la SAC, Daniel Berrocal.

 

La angioplastía consiste en un cateter que en un extremo lleva un balón. El balón tiene un diámetro según la lesión. Desde un punto remoto, como la muñeca, se lleva el catéter a la arteria afectada. En la arteria, el balón se infla y dilata la obstrucción.

 

El presidente del CACI, Alejandro Cherro, enfatizó que el alto nivel de mortalidad intrahospitalaria ‘se debe en gran medida a la demora del paciente en acudir en busca de atención médica: casi 1 de cada 2 (45 por ciento) llega al centro asistencial luego de las tres horas de comenzado el dolor, por lo que es importantísima la concientización sobre la consulta inmediata a un centro con servicio de hemodinamia ante los primeros síntomas del infarto‘.

‘Otra circunstancia no menor es que las personas se infartan en cualquier lugar y hora y, a pesar de estar cerca de algún centro asistencial, por requerimiento de su obra social o prepaga o por decisión del servicio público de emergencias son derivados al centro contratado y no al más cercano, perdiéndose minutos valiosos en la congestionada Buenos Aires que atentan contra la atención temprana‘, completó Palacios.

Un infarto se produce cuando una arteria coronaria se obstruye totalmente, lo que impide el paso de la sangre al corazón. El objetivo primario de su tratamiento es restablecer el flujo sanguíneo, para lo que se realiza una angioplastía coronaria de urgencia, que está considerada como el procedimiento más efectivo, con más del 95 por ciento de éxito. Télam