Aparece el síntoma y se acude al médico. Esa aceitada rutina que vincula a los pacientes con el sistema de salud se pone de cabeza con la hepatitis C, una enfermedad crónica y silenciosa que cuando empieza a manifestarse es porque el daño que provocó es severo, pero que hoy tiene cura. En Argentina, se estima que 6 de cada 10 personas infectadas viven con el virus sin saberlo. Detectarlo es simple: solo se necesita un análisis de sangre. Y en el marco de las actividades por el Día Mundial de la Hepatitis se utilizarán por primera vez pruebas rápidas que, con tan solo una gota, arrojan el resultado en 30 minutos.
“El desafío actual en hepatitis C es invertir el paradigma de diagnóstico: no esperar a que el paciente consulte, sino ir a buscarlo”, afirma en diálogo con Clarín Jorge González, jefe de servicio del Laboratorio Nacional de Referencia para Hepatitis Virales del Instituto “Carlos G. Malbrán” (ANLIS/Malbrán).
Se estima que en Argentina hay unas 400.000 mil personas infectadas con el virus de la hepatitis C (VHC). En la mayoría de los casos, se instala en el hígado y durante años va destruyendo el órgano en silencio: es la principal causa de cirrosis, cáncer de hígado, falla hepática y trasplante de hígado (aunque también ocasiona otras patologías no hepáticas). “La enfermedad se hace crónica sin síntomas, hasta que el órgano está muy dañado. Recién en ese momento la persona consulta al médico. Los tests rápidos ayudarán a miles de personas enfermas a detectar su enfermedad a tiempo, sin necesidad de llegar a un daño severo”, opina María Eugenia de Feo Moyano, presidenta de HCV sin Fronteras, entidad que desde hace años reclama a las autoridades que implementen este tipo de pruebas para facilitar y ampliar el diagnóstico. En el exterior su uso en este tipo de campañas es frecuente y exitosa. “Dan un resultado rápido, permiten tomar intervenciones inmediatas y dirigir en el momento a los pacientes detectados”, puntualiza González.
En el marco de la iniciativa global Hepatitis Zero, el Malbrán recibió una donación de 15.000 unidades de la ONG brasileña APBH. Las primeras serán utilizadas esta semana y el resto serán distribuidas a la red de unidades centinela del instituto: 45 hospitales públicos de las 24 provincias que realizan una vigilancia intensiva de la enfermedad y que en las dos primeras semanas de septiembre llevarán a cabo la tercera campaña nacional de concientización y detección de la hepatitis C.
Cuatro o cinco estadios de fútbol repletos de personas que ignoran que conviven con un virus que, si no se trata, amenaza su vida. Esa es la figura que el presidente de la AAEH Ezequiel Ridruejo utiliza para graficar la dimensión del subdiagnóstico en el país (situación que se da también a nivel regional, según el último informe de la Organización Panamericana de la Salud). El hepatólogo coincide en la necesidad de “salir a buscar a los portadores y encontrarlos”. Para eso, pide el apoyo de todo el sistema de salud. “Los médicos deben solicitar dentro de sus rutinas el test de hepatitis. Y debe haber disponibilidad de reactivos para efectuarlo en los hospitales y centros de salud de todo el país”.
Los especialistas aconsejan a los mayores de 30 años hacerse al menos una vez en la vida el test de hepatitis C. Incluso aquellos que se consideran sanos, porque gran parte de los infectados contrajo el virus hace años, cuando no había tantos controles y seguridad en las prácticas médicas. Para evitar la transmisión, se recomienda no compartir jeringas o elementos cortantes, exigir el uso de materiales esterilizados a la hora de realizarse procedimientos en los que pueda haber contacto con la sangre y utilizar preservativo (ya que el virus también se transmite por vía sexual). No hay vacuna contra la hepatitis C (a diferencia de la A y la B).
La Organización Mundial de la Salud persigue el ambicioso objetivo de erradicar la hepatitis C para 2030. “Es la primera vez que se plantea la eliminación de una enfermedad para la que todavía no hay vacuna -apunta el especialista del Malbrán-. Todas las enfermedades que han entrado en programas de erradicación fueron a partir de una vacuna exitosa. Y en hepatitis C no la tenemos. Lo que hay es un tratamiento terapéutico muy exitoso con antivirales”.
Los nuevos antivirales de acción directa provocaron una revolución en el tratamiento de la enfermedad, ya que se dan por vía oral durante tres o seis meses y la curan en el 95% de los casos. Debido a su alto costo, la Organización Mundial de la Salud recomendó que se priorice el acceso a las personas con infección avanzada. Pero la última actualización de la guía de tratamiento argentina ya contempla a quienes tengan una fibrosis en el hígado de leve a moderada. “El objetivo en futuro próximo es tratar a todos los pacientes portadores del virus C”, dice Ridruejo. Pero primero hay que encontrarlos.