Desde que nacemos, lloramos para comunicar nuestro estado de ánimo. E incluso después de la infancia, el llanto nos sigue acompañando y se adapta para expresar los más variados matices emocionales. El llanto es una respuesta natural a una variedad de emociones, la expresión de una emoción. Lloramos de tristeza ante la muerte de un ser querido, de alegría ante el nacimiento de un hijo o de sorpresa cuando nos enteramos de una noticia inesperada.

El llanto también puede ser la forma en la que el cuerpo se recupera de una emoción fuerte. Pero muy a menudo, a veces quizás más de lo que sería deseable, muchas personas suelen esconder las lágrimas e, incluso, evitarlas porque desde siempre se asocian a un signo de debilidad. 

Sin embargo, varios estudios nos dicen que llorar puede llevarnos a una variedad de beneficios, tanto físicos como psicológicos. Porque llorar en la justa medida es un mecanismo biológico necesario para regular nuestro organismo y una forma saludable de expresar nuestras emociones.

Seis razones de salud para llorar

Llorar permite que manifestemos cómo nos sentimos en cada momento. Y este sentimiento no tiene por qué ser negativo. Al contrario, llorar es natural, útil y más beneficioso de lo que la gente piensa. No porque derramemos menos lágrimas somos más fuertes o más estables a nivel psicológico. 

Y es que seguramente muchas personas se han sentido un poco mejor después de que se hayan permitido el lujo de llorar porque, entre otras cosas, las ha ayudado a cambiar de estado, a desencallarse en un sentimiento que las hacía sentir mal. 

Entre los beneficios más notables del llanto destacamos:

– Disminuye el estrés: las lágrimas liberan dos sustancias esenciales que hacen que las personas se sientan bien: oxitocina y endorfinas, conocidas también como las hormonas de la felicidad. Los expertos asocian el llanto con una respuesta a una reducción de los niveles de estas sustancias químicas, lo que a su vez ayuda a reducir el estrés. Ambas sustancias ayudan a mejorar el estado de ánimo, lo que a menudo explicaría también por qué en algunos casos, después de llorar, nos reímos a carcajadas y volvemos a sonreír.

– Ayuda a mantener la frecuencia cardíaca controlada: no solo los niveles de cortisol bajan justo antes de llorar, sino que las lágrimas ayudan a mantener la frecuencia cardíaca más controlada, según un estudio. En consecuencia, el llanto también puede ayudar a reducir la presión arterial y el pulso.

– Mejora la comunicación con los demás: en la mayoría de las situaciones, llorar delante de alguien puede ser una forma importante de vincularse con los demás y de establecer lazos distintos. Al expresar nuestras emociones, las lágrimas nos ayudan a entender a los demás qué es lo que sienten, fomentan la cercanía, la empatía y el apoyo de amigos y familiares. 

– Alivia el dolor: la investigación revela que, además de ser calmante, llorar libera oxitocina y endorfinas, sustancias que hacen que nos sintamos bien y también nos ayudan a aliviar el dolor físico y emocional. 

– Es catártico: algunas investigaciones mencionan el llanto emocional como un potente alivio del estado emocional intenso y previene que esa energía se convierta en problemas de salud mental. La idea de los efectos catárticos del llanto, de hecho, es bastante antigua y se remonta a la antigüedad clásica.

– Mejora la salud de los ojos: llorar ayuda a rehidratar los ojos, lo que mejora la visión en general. Las lágrimas son un 98% agua, pero también contienen sal y aceites grasos, así como una sustancia química antibacteriana conocida como lisozima que ayuda a combatir las infecciones y que puede destruir moléculas dañinas.

Más allá de la evidencia científica y de si los estudios respaldan o no los beneficios de llorar, lo que sí está claro es que, cuando lloramos, nuestro cuerpo está participando en una de las respuestas humanas más elementales al estrés. Llorar no es tan diferente de cualquier otra expresión de emoción, como reír.

* Cuándo el llanto es demasiado

Llorar de vez en cuando es una forma saludable de liberar las emociones acumuladas y una respuesta natural a un acontecimiento vital como un duelo. Es normal que nos sintamos tristes cuando perdemos a un ser querido. Pero puede haber un punto en el que el llanto llegue a un nivel poco saludable. No es bueno cuando se relaciona con síntomas como sufrir angustia, sentirse sin ánimo de hacer nada, perder peso, etc., porque puede ser señal de algún trastorno mental como depresión, ansiedad y miedo.

Es importante consultar con un médico si el llanto es:

– Frecuente e incontrolable

– A menudo ocurre sin razón aparente

– Interfiere en la capacidad para realizar tareas cotidianas

– Se acompaña de otros síntomas físicos, emocionales o psicológico