Por primera vez se probó un páncreas artificial en pacientes con diabetes tipo 1. Es el primer ensayo de estas características que se realiza en la Argentina y lo llevaron adelante investigadores del Hospital Italiano y del Conicet, con la colaboración de la Universidad de Virginia, Estados Unidos. Participaron cinco pacientes que estuvieron utilizando el dispositivo durante 36 horas, en las que permanecieron internados y monitoreados por el equipo de investigadores.
 

Los investigadores explicaron en conferencia de prensa que el objetivo del páncreas artificial es regular de forma automática el valor de azúcar en sangre, sin necesidad de que el paciente deba realizar las correcciones con insulina habituales en el manejo de la diabetes tipo 1.
 

El dispositivo está compuesto por un sensor continuo de glucosa y una bomba de infusión de insulina, ambos conectados vía bluetooth a un teléfono celular que tiene instalado un software con un algoritmo que va sacando, mediante cálculos matemáticos, los valores de insulina que necesita el paciente. Para ello, el paciente debe introducir algunos datos, como qué va a comer y a qué hora.
 

Para una segunda etapa se utilizará un algoritmo desarrollado completamente en la Argentina por investigadores del ITBA, la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad Nacional de La Plata y que apunta a que haya una intervención aún menor del paciente, esto es, que no tenga que introducir datos.
 

El éxito de este primer ensayo quedó demostrado porque durante las 36 horas que los cinco pacientes estuvieron conectados al dispositivo, todos pudieron regular los niveles de glucosa y ninguno presentó cuadros de hiperglucemia (los niveles de glucosa se elevan) o de hipogucemia (los niveles de glucosa bajan demasiado).
 

"Evitar las hipoglucemias nocturnas es un gran avance. Los padres son el páncreas de los chicos, son quienes están pendientes de sus niveles de glucosa. Si logramos que sea totalmente automático, es un avance", añade Chernavvsky. “El proyecto en Argentina se inició hace seis años, con el objetivo de que el paciente se pueda independizar de todos esos cálculos matemáticos que normalmente tienen que hacer con ayuda de un médico”, explica el ingeniero Ricardo Sánchez Peña, del Instituto Tecnológico de Buenos Aires y responsable técnico principal del estudio.