Las mandarinas son un sabor otoñal y su consumo durante la temporada es casi una tradición en San Juan. Además de ser una fruta rica y fácil de cultivar en la provincia, este cítrico aporta importantes beneficios a la salud.

A continuación, sus virtudes: 

– Contiene antioxidantes protectores. No solo aporta vitamina C, sino además betacarotenos y ácido fólico. Estas vitaminas colaboran con nuestro sistema inmunológico, fortaleciendo las defensas contra las enfermedades típicas del otoño y el invierno. Pueden aprovecharse enteras o tomar el jugo. 

– Combate el colesterol. La cáscara concentra flavonas, por lo que su consumo favorece la reducción del colesterol en sangre; estas sustancias ayudan a metabolizar mejor las grasas y triglicéridos depositados en el hígado. También contiene pectina, una fibra soluble que ayuda a reducir el colesterol malo. Para poder aprovechar todos sus beneficios, se puede preparar un té con la cáscara. Se deja secar la piel, cuidando que se mantenga la parte blanca. Corta dos o tres trocitos y agrégalos a una taza de agua caliente, dejándola reposar por unos minutos. También se puede mezclar la cáscara seca con el té negro o verde en hebras que consumimos: lo perfuma y le da más beneficios. 

– Conviene a los hipertensos. Como muchos vegetales la mandarina es rica en potasio, que antagoniza con el sodio en el organismo y mejora los valores de tensión arterial elevados. Para que el beneficio sea completo, consume mandarinas sin piel pero con sus hollejos, que son ricos en fibras. 

– La colación perfecta. Esta fruta tiene un alto contenido de fibra, la cual, en conjunto con la vitamina C, es buena para la actividad intestinal y evita el estreñimiento.

– Aliada para el ejercicio. Los nutrientes de esta fruta son aliados para reponer líquidos y minerales después de una ardua jornada de ejercitarse.