Cualquier persona que haya pasado por una apendicitis sabe que puede ser muy dolorosa. Por suerte, la ciencia acaba de publicar una novedad que podría ser el consuelo de muchos: quienes perdieron esa parte del intestino tienen un 20% menos de probabilidades de desarrollar la enfermedad de Parkinson.
El estudio realizado en Suecia y publicado en la revista Science Translational Medicine; asegura que este pequeño órgano, que está unido y se abre hacia el extremo inferior del intestino grueso, puede contribuir a este trastorno cerebral.
“La enfermedad de Parkinson es un trastorno multisistémico”, explica Viviane Labrie, autora principal del estudio y profesora asistente en el Instituto de Investigación Van Andel, de Michigan. “Y, por lo tanto, es probable que haya muchos sitios de origen en términos de donde comienza la enfermedad de Parkinson, el tracto gastrointestinal es uno de ellos. Para otras personas, puede comenzar en el cerebro”, indica.
“En la última década, se ha hecho evidente que la enfermedad de Parkinson no es solo un trastorno del movimiento“, afirma Labrie. Uno de los síntomas no motores más comunes de este trastorno son los problemas del tracto gastrointestinal. Por eso, algunos científicos creen que podría comenzar allí, afirmó la especialista. Y agregó que el apéndice contiene una proteína, alfa-sinucleína, que, se sabe, se acumula o se agrupa en el cerebro de los pacientes de Parkinson.
En busca del vínculo entre este trastorno y el apéndice, Labrie y sus colegas analizaron datos médicos de 1,6 millones de personas en Suecia. Según los investigadores, los resultados mostraron que la realización de una apendicectomía está relacionada con una reducción del riesgo del 19,3% de desarrollar esta enfermedad.
Además, examinaron los registros de 849 pacientes con Parkinson y hallaron que una apendicectomía se asoció con el inicio tardío del trastorno en un promedio de 3,6 años.
“La alfa-sinucleína es una proteína capaz de moverse de una neurona a otra, y se ha demostrado que puede viajar”, revela Labrie. “Si fuera a ingresar al cerebro, puede sembrarse y propagarse desde allí y tener efectos neurotóxicos que podrían conducir a la enfermedad de Parkinson”, asegura.
El estudio recibió halagos, pero también críticas de médicos que decían que ante esta noticia muchas personas iban a pedir quitarse el apéndice sin necesidad.
Por su parte, el director científico de la Fundación de Parkinson y profesor adjunto en el Departamento de Neurociencia y Fisiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, James Beck, avaló el resultado de este nuevo estudio y dijo que es “sólido”.
La enfermedad de Parkinson tiene 60.000 nuevos diagnósticos cada año, se puede tratar pero no tiene cura. Los síntomas incluyen movimientos involuntarios, temblores de los dedos, manos, piernas o pies; rigidez; dificultad para equilibrar; depresión; y trastornos gastrointestinales incluyendo estreñimiento. Las investigaciones lograron demostrar que los síntomas gastrointestinales pueden comenzar hasta 20 años antes que los síntomas del movimiento.