Los pacientes con insuficiencia renal crónica que requieren diálisis (más de 30.000 personas en todo el país en los 400 centros de salud) se vieron particularmente afectados por la pandemia de coronavirus debido a que no pueden cumplir con el aislamiento estricto y el distanciamiento social porque deben concurrir al menos tres veces por semana a los centros a realizarse el tratamiento y además por su estado de inmunosupresión están más expuestos a los riesgos del virus, advirtió la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN).
"Los pacientes en diálisis son una población que podríamos considerar especial: pasan un día a compartir espacios con otros pacientes que dializan y eso no lo pueden evitar", explicó en diálogo con Télam Guillermo Ibáñez, especialista en nefrología del Hospital R. Carrillo de Santiago del Estero y protesorero de la SAN.
Afirmó que "si el paciente tiene alguna situación que amerita un aislamiento no puede decir "me quedo en mi casa dos semanas"".
Añadió que desde la SAN están trabajando para que las autoridades nacionales prioricen en el plan de vacunación al personal de salud de la misma manera que a aquellos que trabajan en terapia intensiva, y a los pacientes con problemas renales.
"Los médicos y el personal de enfermería tienen la misma actividad que aquellos que trabajan en terapia intensiva porque asistimos a pacientes con enfermedades renales que requieren diálisis, sean o no Covid positivo, que se encuentran en terapia", señaló el especialista.
La Sociedad señaló que "la enfermedad renal crónica (ERC) constituye una relevante comorbilidad y los centros de diálisis representan un riesgo como vector potencial en la propagación del Covid-19", porque "los pacientes que requieren tratamiento sustitutivo renal están obligados a incumplir con las normativas de distanciamiento y aislamiento social, al tener que concurrir al menos 3 veces por semana al centro de diálisis".
Piden que el personal de Nefrología del país esté en la primera línea de vacunación.
Según los datos de SAN, entre un 15% y 20% de pacientes en diálisis contrajeron la Covid-19 y tienen una mortalidad 11 veces mayor que una persona sin enfermedad renal, mientras que de los más de 30.000, la mitad tienen menos de 60 años.
Ibáñez manifestó que como médicos nefrólogos tomaron, ante la exposición de los pacientes al virus, "atacar en los distintos puntos para la detección de la enfermedad (coronavirus)".
"El chofer es uno de los filtros; si este percibe que el paciente tose, por ejemplo, tiene la potestad de pedirle que no suba", contó.
El paciente es transportado con otras dos personas al centro de diálisis, donde son evaluados en la entrada por un médico, y si no tienen síntomas pasan a la sala de tratamiento, pero se moverán en el mismo sector para evitar contacto con otras personas respetando el distanciamiento entre los sillones.
Con respecto al personal de enfermería, el especialista afirmó que está "muchas horas cerca del paciente y no puede tomar el distanciamiento de 2 metros".
"En el caso de que el paciente presente durante la diálisis un episodio de fiebre se lo puede pasar a un área de sospechosos", informó.
La persona que estuvo en el área de sospechosos sale -indicó el médico- por una puerta especialmente seleccionada para que esa persona no se cruce con otros que llegan al centro de diálisis.
A los pacientes sospechosos se les realiza un hisopado cuyo "resultado tiene que estar antes de las 24 horas para la próxima diálisis" y los que contrajeron coronavirus tienen a su disposición un área de aislamiento, indicó.
La prioridad es que se interne hasta que se cure y "en general optamos por ir adonde está alojado para evitar que salga".
Con respecto a la vacuna, Ibáñez explicó que siguen los lineamientos del Ministerio de Salud. "Esta pandemia los afecta mucho más porque además del aislamiento o distanciamiento están cuatro horas en un sillón con barbijo y se les limitaron muchas cosas como elementos para distraerse o comida", remató.