La piel de gallina es una peculiar reacción de nuestros cuerpos que hasta el momento no había sido totalmente comprendida por la ciencia. Cuando sentimos frío, nuestra piel despunta con diminutos bulbos y el pelo de esa zona se eriza de forma prominente. Las teorías apuntaban a que podría ser un vestigio de nuestro pasado primitivo, cuando éramos mucho más peludos: dicha reacción espeluznante nos habría ayudado a calentarnos.

Un nuevo estudio de Harvard ha desentrañado la razón biológica tras el fenómeno: se trata de la manera en la que nuestro cuerpo estimula las células madre para impulsar el crecimiento del cabello. Para saber por qué persiste hoy, tras siglos de evolución, el equipo investigó lo que está sucediendo a nivel celular bajo nuestra piel.

En pruebas en ratones, los investigadores encontraron un propósito potencial: aquellas células que causan la piel de gallina también desempeñan un papel indispensable para regular las células madre que regeneran el cabello y el folículo piloso. Este efecto se incrementó cuando las temperaturas frías se prolongaron. De este modo, la piel de gallina se trata de una solución a corto plazo, mientras que el cuerpo trata de estimular el crecimiento del cabello para mantenernos más calientes a largo plazo.

“Esta reacción particular es útil para acoplar la regeneración de tejidos con cambios en el mundo exterior, como la temperatura”, dice Yulia Shwartz, coautora del estudio, tal y como recoge New Atlas. La científica explica que la respuesta tiene dos capas: por un lado, la piel de gallina proporciona alivio a corto plazo y por otra, cuando el frío se prolonga, se transformaen un mecanismo agradable para que las células madre sepan que tal vez es hora de regenerar la nueva capa de cabello.

El mecanismo celular general detrás de la piel de gallina se conoce desde hace mucho tiempo. Cuando hace frío, el nervio simpático contrae un pequeño músculo que se conecta a la parte inferior de un folículo piloso. Esto tira de él, haciendo que el cabello se erice. También hace que la piel alrededor del cabello se estire hacia adentro, que es lo que crea la textura irregular responsable de bautizarla con este nombre.

La novedad de este estudio reside en una nueva parte de la ecuación: tras examinar la piel con ayuda de un microscopio electrónico, descubrieron que el nervio simpático también tiene una conexión directa con las células madre del folículo piloso, envolviéndolas. Por ello, al activarse el nervio, también lo hacen las células madre responsables de que crezca cabello nuevo.

Así lo expone Ya-Chieh Hsu, coautor principal del estudio, relatando que pudieron ver a nivel de ultraestructura cómo interactúan el nervio y las células madre. “Las neuronas tienden a regular las células excitables, como otras neuronas o músculos con sinapsis. Pero nos sorprendió descubrir que forman estructuras similares a las sinapsis con una célula madre epitelial, que no es un objetivo muy típico para las neuronas”, apunta.

El siguiente paso para los investigadores será seguir ahondando en cómo el medio ambiente externo afecta a las células madre en la piel. La investigación se encuentra disponible en la revista Cell.