Lo dijo un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) hace tiempo: la mortalidad es más alta en los hombres que en las mujeres, y la esperanza de vida general de los hombres es universalmente más corta.
A su vez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el 52 por ciento de las muertes por enfermedades no transmisibles (ENT) se da en hombres, que tienen más probabilidades de morir antes de los 70 años.
La buena noticia, es que incorporando hábitos saludables, estas estadísticas pueden cambiar.
La pandemia, por su parte, hizo lo suyo. Podrían dividirse en forma antagónica pero complementaria dos de los efectos del coronavirus sobre la salud en general, que reportan encuestas y profesionales: la gente subió de peso, postergó consultas y controles, y aumentó el sedentarismo y el consumo de alcohol; a la par que creció una preocupación por el bienestar y la salud.
Tomando como impulso esta última tendencia, la buena alimentación, el ejercicio, los controles y el manejo del estrés asoman como los factores que más impacto tienen en el estado de la salud actual y futuro de una persona.
De hecho, una investigación publicada en 2020 en el British Medical Journal que llevó a cabo la Harvard TH Chan School of Public Health señaló que con solo mantener cuatro o cinco hábitos saludables, a los 50 años vivían 31,1 años libres de enfermedades crónicas, en comparación con los 23,5 años entre los hombres que no practicaron ningún hábito.
"Debemos tomar conciencia y comenzar a priorizar a nuestra salud, ya que si algo hemos aprendido con todo esto es que es la base para reducir riesgos de enfermedades tales como el Covid-19, entre otras muchas más" , afirma Natalia Antar, Nutricionista del Servicio de Endocrinología, Metabolismo, Nutrición y Diabetes del Hospital Británico.
Una alimentación sana
"Según datos aportados por el NHS del Reino Unido, casi dos tercios de los pacientes que se enferman gravemente por el coronavirus presentan obesidad, siendo aproximadamente el 40%, menores de 60 años. Según este reporte, el 63% de los pacientes que requirieron cuidados intensivos debido a complicaciones por COVID-19, tienen sobrepeso u obesidad", alerta Antar.
Para poder implementar mejoras respecto a la alimentación que se sostengan en el tiempo, los profesionales hablan de un cambio de hábitos: "Se puede llevar un estilo de vida saludable empezando con algunos pequeños cambios y tratando de mantenerlos. Es un proceso de aprendizaje y, como todo proceso, habrá situaciones que cuesten más que otras. Lo importante es tratar de que al final del día hayamos consumido más alimentos saludables que altos en grasas o azúcares", sostiene Florencia Suater, nutricionista de INEBA.
Para lograr construir esos hábitos, recomienda sobre todo a los hombres, quienes suelen saltearse el desayuno u otras instancias de alimentación, realizar las cuatro comidas del día acompañadas de un vaso de agua. Además, incluir dos frutas al día, sumar una o dos porciones de lácteos en el desayuno o merienda, priorizar productos integrales o de salvado y los alimentos frescos frente a los envasados.
En cuanto a las comidas, intentar que contengan los tres grupos de alimentos (proteínas, vegetales y carbohidratos), cocinar preferentemente al horno en lugar de frito.
Por otro lado, según aporta Antar, hay alimentos que directamente deberían eliminarse de la dieta, como los snacks y papas fritas (ya que el alto consumo de sal y grasas puede provocar un aumento de la presión arterial en aquellas personas que sufren de hipertensión, además de ocasionar problemas gástricos), las bebidas azucaradas y el alcohol, "cuyo consumo nocivo es un factor causal más de 200 enfermedades y trastornos según la OMS".
"Entre ellas se encuentran lesiones mentales y trastornos del comportamiento, afecciones gastrointestinales, cánceres, trastornos inmunológicos, enfermedades pulmonares, óseas, cardiovasculares y musculares, así como trastornos reproductivos y daños perinatales", manifiesta respecto al alcohol, y añade: "Además, es uno de los primeros elementos a eliminar en una alimentación saludable debido a su alto valor calórico (100 ml de vermout tienen unas 215 calorías). Lo ideal es optar por bebidas saludables para saciar la sed y mantenernos hidratados con agua, agua de frutas naturales, licuados de frutas, limonadas", propone.
Por último, sugiere " no abusar de las carnes rojas y reducir el consumo de fiambres y embutidos por su gran cantidad de grasas saturadas y colesterol, entre otros aspectos que alteran nuestra salud como su alta cantidad de purinas, las cuales deben reducirse en quienes padecen ácido úrico alto en sangre ".
Combatir el sedentarismo
"Hay que tener en cuenta siempre que la actividad física es un gran amortiguador del consumo calórico y es por eso que debe mantenerse durante todo el año, al menos entre 150 y 180 minutos por semana", sostiene Suater.
Una forma de chequear si se está adoptando un hábito saludable en este sentido es preguntarse "¿Hice algún tipo de actividad física por al menos 20 minutos o más de 6.000 pasos?", afirma la nutricionista.
Por otra parte, es importante diseñar un plan según las características, edad y estado físico y de salud de cada persona: "Hay que adaptar el ejercicio al estado y posibilidad de cada uno, para no provocar frustración y abandono", sostiene el profesor de Educación Física Daniel Meaglia, coordinador integral del Centro Terapéutico Ravenna, quien agrega que "de diez argentinos, tres no se mueven".
Por eso, recomienda no escatimar a la hora de realizar incluso pequeños movimientos, sobre todo ahora que la temperatura baja y es más difícil encontrar un momento para hacer ejercicio al aire libre: "Siempre le decimos a la gente que es importante hacer, que ´lo poco es mucho´, lo importante es que la persona haga: bicicleta fija, cinta, pero si no hay, trabajar el yo voy, no traeme o alcanzame, según protocolo de confinamiento ir a hacer las compras, al super, una vuelta manzana caminando es mucho más que no hacer nada. Sí tener cuidado en pacientes hipertensos los horarios extremos en invierno, y para quienes tienen presión baja los de verano, pero no dejar de hacer", sostiene.
El profesional recomienda tanto caminar, como usar bicicleta fija o móvil, e incluso, si se tiene acceso, hacer todo tipo de ejercicios en una piscina : "El trabajo dentro del agua que no es solo natación, estar parado dentro en una pileta con agua en movimiento ya resultados físicos con respecto a la actividad: caminar, flotar, nadar o una clase de gimnasia ", y vuelve a aclarar:" Lo que la gente pueda hacer, no solamente las técnicas de moda, que no se adaptan a todo el mundo ".
El cuidado del corazón
Si bien " los hombres tienen mayor riesgo que las mujeres premenopáusicas" de padecer una enfermedad cardiovascular, Hernán Provera, médico cardiólogo y Jefe del área de Riesgo Cardiovascular en INEBA, afirma que pasada esa etapa, en la cual las mujeres dejan de estar protegidas por hormonas (como por ejemplo los estrógenos) "el riesgo de padecerlas se acerca al hombre".
"Incluso las mujeres suelen tener peor pronóstico luego de sufrir un infarto de miocardio en comparación con los hombres (26% mortalidad al año versus 19% en hombres)", aclara.
Y suma un dato para graficar su incidencia: mientras 1 de cada 8 mujeres sufre cáncer de mamá, 1 de cada 3 muere por causas cardiovasculares.
Por eso, advierte que en ambos géneros la prevención es clave. "Los factores de riesgo cardiovascular no producen síntomas y, por lo tanto, si no nos hacemos el debido chequeo, jamás los detectaremos a tiempo. La evaluación suele ser anual, aunque en algunos casos los controles deben ser más acotados según la evaluación de riesgo que se haga del paciente ", explica.
La enfermedad coronaria, que tiene en su máxima expresión al infarto agudo de miocardio, es la que más afecta a los hombres.
El grave impacto del estrés
Reducir la angustia y el estrés no resulta nada fácil en un contexto tan complicado y extendido como la pandemia. Sin embargo, vale la pena prestarle atención, ya que puede tener un fuerte impacto en la salud.
"Las emociones y las enfermedades del corazón están íntimamente relacionadas, lo que no es menor después de un año y medio de estrés, miedo y angustia por la pandemia. Está demostrado que las personas que experimentan emociones negativas (miedo, ira, frustración, entre otras) son más propensas a padecer enfermedades cardiovasculares. La situación de angustia o incertidumbre puede ser tan dañina como tener el colesterol elevado, padecer hipertensión arterial o sufrir de obesidad", compara Provera.
Evidentemente, el cuidado de la salud, la adquisición de hábitos saludables y el bienestar físico y emocional deben abordarse de manera integral. Por eso, Daniel Meaglia recomienda consultar con un profesional que "según las características y los resultados de los estudios anuales" pueda guiar paciente para poder lograrlo.