Durante todo el año vivimos, en mayor o menor medida, bajo ciertas presiones. Pero la pandemia, la cuarentena y los problemas cotidianos en conjunto, pueden generar un alto nivel de tensión que el organismo percibirá como una agresión, utilizando el estrés como mecanismo de defensa.
A lo largo de estos días, todos en algún momento manifestamos trastornos en el sueño -desregulación en su ciclo, dificultad en conciliarlo, irregularidad-, sentimientos de ansiedad, incertidumbre y hasta desesperanza. Las emociones son desequilibrios emocionales que -cuando son extremos- generan cambios a nivel orgánico e inmune, alterando por completo nuestra salud.
Hay quienes piensan que estos cambios solo repercuten en el estado de ánimo o en el sueño, pero cuando una persona vive al límite en sus exigencias mentales, no descansa y se siente bajo presión, fuerza a su organismo a producir la hormona del estrés: el cortisol.
A mayor tiempo estresados, más cortisol se producirá y mayor facilidad tendrá nuestro cuerpo para desarrollar ciertas dolencias psicosomáticas, como por ejemplo úlceras, diarreas, hipertensión, vómitos, palpitaciones o parálisis musculares. Esto se debe a que en escenarios normales el organismo emplea casi toda su energía en actividades destinadas a la modificación, reparación y creación de nuevos tejidos pero en momentos de estrés todo cambia, ya que debe dirigir su energía a otros procesos, deteniendo las actividades de renovación del cuerpo.
Nuestros cuatro sistemas: la psiquis, el sistema endocrino, el nervioso, y el inmunológico, están tan interrelacionados que se establecen verdaderas “conversaciones” entre ellos a través de conexiones por las cuales se intercambian información mediante señales bioquímicas. La serotonina es un neurotransmisor implicado fuertemente en la regulación del ciclo del sueño, el estado del ánimo y el apetito, entre otras funciones. Tanto es así que se lo conoce como “la hormona de la felicidad”. El aire libre, entre otros factores, contribuye a la mayor producción de serotonina. Por el contrario, cuando sus niveles disminuyen podemos sentimos agobiados, faltos de ánimo e incluso deprimidos.
En los linfocitos, que son las células de la primera línea de respuesta del sistema inmunológico, existen receptores a través de los cuales actúan los neurotransmisores como la serotonina. A través de ellos, el sistema nervioso se relaciona directamente con el sistema inmunológico.
El problema surge cuando los radicales libres -generados por estrés, ejercicio físico en exceso, etc- afectan de forma directa a los componentes de las células, dañando lípidos, proteínas y carbohidratos. Causando un deterioro, en ocasiones irreversible, como envejecimiento prematuro, procesos inflamatorios crónicos, cáncer, parkinson, alzheimer, ateroesclerosis, cataratas, entre otros.
Además, con el paso del tiempo, estas situaciones pueden funcionar como colaboradoras al desarrollo de las siguientes enfermedades: colon irritable, alergias, enfermedades de la piel, enfermedades cerebrovasculares, hipertensión arterial, migrañas, lupus y algunos cánceres e infartos.
Es por estas interrelaciones que la cuarentena afecta no sólo nuestro estado de ánimo sino también la actividad de nuestro sistema inmunológico. El estrés provoca efectos devastadores en la salud al inducir la presencia de radicales libres, moléculas que, en elevadas cantidades, dañan las estructuras celulares produciendo particularmente el debilitamiento del sistema inmunológico.
¿Qué podemos hacer para bajar el nivel de estrés en cuarentena?
Mantener los niveles de estrés controlados, dedicando momentos para la relajación, evitando la sobreinformación. Consumiendo adecuadas concentraciones de zinc (Zn), selenio (Se), y manganeso (Mn), ayudarán al organismo a fortalecer sus sistemas, particularmente el inmunológico y reducir los desequilibrios que puede ocasionar la cuarentena. Es importante mencionar que:
- El zinc tiene efectos per se sobre la activación del sistema inmunológico, actúa sobre la reparación del ADN y contrarresta la acción de los radicales libres. Lo encontramos en: legumbres, frutos secos, cereales integrales, jengibre, pescado blanco, mariscos.
- El selenio es fundamental como antioxidante y como inmunomodulador. Está presente en cereales integrales, carnes, pescados y mariscos, algunos tipos de verduras (cebolla, espárragos), semillas como las de girasol y frutos secos.
- El manganeso es componente de las enzimas detoxificantes y lo encontramos en varios alimentos incluyendo las nueces, las legumbres, las semillas, el té, los cereales integrales y las verduras de hoja verde.
Hoy el estrés afecta por igual a hombres y mujeres de todas las edades. Es importante tener en cuenta que, en los casos en que el estrés supere su capacidad de controlarlo, será necesario acudir a un especialista. Asesorarse es clave para conocer más formas de prevenir la ansiedad y descubrir los problemas que la generan (trabajo, familia, pareja, amigos), así como las soluciones a medida para cada situación.