A veces todo parece perdido. Meses o años de abandono físico parecen irremontables cuando llega el verano. Pero a no desesperar, porque en una de esas estás a tiempo de lucir como te gustaría (o al menos mejor que ahora) antes de que las altas temperaturas sean un recuerdo. Sólo basta quererlo, proponérselo, esforzarse, y ser constante. No hay otro secreto.
Sin dudas uno de los puntos débiles en los hombres es la panza, salvo casos aislados de aquellos que pasados los 30 “naturalmente” y sin sacrificios lucen abdómenes planos y firmes, ahí es donde se suelen pagar los excesos si uno no se cuida. ¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Es posible lucir abdominales firmes y torneados aun pasados los 30, 40, o más? La respuesta es sí. Pero ¿cómo lograrlo? No es tan fácil, claro. Pero tampoco imposible.
Por más que te mates en el gimnasio, que hagas 1000 abdominales por día, levantes 100 kilos con pesos libres y le metas repeticiones a lo loco, no se te van a marcar los músculos de ningún lado por más fuertes que estén si existe una capa de grasa encima que los tape. Por eso, es vital eliminar del cuerpo el exceso de adiposidad que justamente opera como una manta que cubre y oculta la musculatura.
¿Cómo nos desprendemos de ella? Quemando más calorías de las que ingerimos. Cuando el cuerpo precisa más energía del que dispone, recurre a las grasas almacenadas para obtenerla y así es como se produce un descenso de peso y grasa corporal (de peso siempre y cuando no sea compensado por un aumento significativo en masa muscular). Por supuesto nos va a ayudar muchísimo realizar actividad física para tal fin, porque estaremos consumiendo energía extra y facilitando este déficit calórico que se precisa para “afinar” y marcar. Pero tampoco será suficiente pasar horas en la cinta o la bici transpirando a más no poder si después comemos de más y compensamos (¡o superamos!) el gasto energético de la actividad. Y esto es muy fácil: a veces basta con una simple merienda para recuperar lo que gastamos en 2 horas en el gimnasio. O hay quienes por ejemplo se bajan de la cinta tras haber completado 4 o 5 kilómetros y se toman una bebida azucarada, recuperando en menos de 5 minutos lo que tardaron una hora en gastar. No es que sea necesario pasar sed o hambre, pero sí debemos estar atentos a ciertas cosas que pueden resultar un obstáculo en nuestra batalla contra el abdomen incipiente. Si la actividad no fue demasiado prolongada y encima nos estamos cuidando, seguramente sea suficiente hidratarse con agua mineral. En todos los casos, la consulta a una nutricionista deportiva será la mejor opción para que elabore un plan a medida teniendo en cuenta nuestras individualidades.
¿Conclusión? Para bajar la panza y que se vean los abdominales marcados, además de trabajarlos con ejercicios para fortalecerlos debemos cuidar la alimentación y realizar actividad aeróbica para mantenernos libres de esa grasa que los pudiera esconder. De Igual modo, todos los cuerpos no son iguales y la forma de los músculos tampoco. Hay quienes aun sin nada de grasa, matándose en el gimnasio y con músculos fuertes no lucirán un abdomen igual al de las fotos de las revistas, porque no poseen una forma en las fibras tan agraciada. Además, hay abdómenes increíbles que no son sólo fruto de la conducta y dedicación si no también de la ayuda de una genética privilegiada. Algunos traen de fábrica un metabolismo al que resulta más fácil que a la mayoría quemar grasas, y músculos más dóciles a la hora de tonificar. Aún así, todos podemos mejorar considerablemente nuestra situación física y vernos mucho mejor de lo que nos vemos actualmente, es decir, alcanzar nuestro “propio” cuerpo, y abdomen, ideal.
LOS MITOS DE SIEMPRE
Se dicen muchas cosas acerca de los abdominales y algunas poco tienen de cierto
Transpirar adelgaza
Transpirar produce perdida de líquido, pero no de grasa. El peso que perdamos al transpirar lo recuperaremos cuando hagamos lo que resulta correcto después de ejercitarnos: beber. Por esto, las fajas reductoras y demás elementos afines son una mentira. Hoy y siempre.
Los abdominales bajan la panza
Ningún ejercicio es capaz de “afinar” una determinada zona del cuerpo. Es más: trabajando un músculo, este puede crecer, producto de la hipertrofia muscular. El ejercicio de fuerza no opera directamente sobre la grasa. Para reducir volumen de grasa es necesario quemar más calorías de las que ingresan, para eso la dieta y el trabajo aeróbico son todo. Entendemos como trabajo aeróbico a las actividades de larga duración y baja intensidad que son las que utilizan mayormente a los lípidos como combustible: pueden ser caminar, trotar, pedalear, nadar, cualquier ejercicio que podamos sostener de forma continua por más de 30/40 minutos. Y si son 50, 60, o más, mejor.
Si al otro día no duele, no trabajaste bien
No necesariamente. Puede que las primeras veces sientas molestia al día siguiente después de entrenar o de incorporar algo que no es habitual en tu rutina. Pero cuando ya estamos acostumbrados probablemente no suceda y eso no será indicador de que el trabajo fue improductivo.
Los abdominales van siempre al final de la rutina
No hay ningún motivo para ubicar los ejercicios de abdominales siempre al final de la rutina de entrenamiento. Es más, muchas veces resulta mejor hacerlos al comienzo, ya que calentar la zona media del cuerpo es una excelente idea para afrontar en mejor forma lo que viene después y esto ayuda a prevenir lesiones.
Existen abdominales altos y bajos
No hay forma de aislar la parte alta de la baja del abdomen. Trabajan siempre en conjunto al contraerse como una faja única si bien puede haber ejercicios que intensifiquen más una zona que otra.