De qué está hecho el piso del hall, cómo se levantó el foyer y hasta de dónde vinieron las butacas de la sala principal fueron algunas de las cosas que los invitados conocieron gracias una breve visita guiada.
Esta clase exprés, que por momento hasta incluyó anécdotas y humor, fue dictada por el director del Teatro del Bicentenario, Eduardo Savastano, quien de manera didáctica permitió que hasta los que ya lo conocían quedaran sorprendidos.
Parados de espalda a la plaza del Bicentenario, los 36 personajes se metieron en un breve viaje hacia el interior del teatro. La primera parada fue el hall. Dando la bienvenida y abriendo las puertas del teatro, como si tratara de su casa, Savastano habló de la superficie que tiene el hall y sobre la obra Preludio y Fuga, que decora el ingreso del teatro.
JOSÉ FIGUEROA – Policía astiqueño
‘A dónde me trajeron. Vine en colectivo para la foto y me encontré con este hermoso lugar‘.
Así, los que no habían pisado nunca ese lugar comenzaron a descubrir la imponente obra. Cómo si fuera un actor, se puso el traje de guía. Con histrionismo y de una manera muy apasionada, el director del teatro hizo que todos quedaran en silencio absoluto y prestaran atención a cada palabra que dijo.
En la segunda parada y en medio del silencio y la multitud, uno de los personajes preguntó ¿hacia dónde van las escaleras del foyer? ’A los palcos altos y presidenciales’, respondió Savastano y con sus dos manos abrió la puerta de la sala principal como para dar una sorpresa mayor.
Con los celulares, y sin querer perderse ningún detalle de la sala disfrutaron el momento y hasta se rieron a carcajadas. Es que, el anfitrión de la visita contó una anécdota al hablar de las butacas.
’Tienen un sistema que hace que se bajen y vuelvan lentamente. No cómo las que había en el cine Splendid, que cuando te parabas todos se enteraban que ibas al baño por el ruido que hacían’, dijo entre risas.
GONZALO TELLECHEA – Triatleta
‘Traje a mi esposa y a mi hija para que conociéramos el teatro. Es un lugar increíble‘.
Después de pasar por los pasillos, tocar la suavidad de las butacas y sacarse miles de selfies, subieron al escenario. Pisaron la madera, preguntaron cómo funcionan los telones y hasta se ubicaron en el sector de la fosa donde van las orquestas. ’Esto se baja y es la fosa.
El gobernador sería un flautista y Basualdo un oboe’, dijo en relación a la ubicación de ese momento. Ahí, concluyó el paseo y comenzó la producción de fotos.