Con un aluvión de aplausos, desde la histórica sede de la Cruzada Renovadora en la calle Tucumán, hasta el panteón familiar en el Cementerio de la Capital, así fue la despedida al caudillo político que ayer fue sepultado con los honores de un ex Gobernador.

El cortejo fúnebre, que había partido minutos después de las 19 desde la sede partidaria, pasó primero por la casa de Don Alfredo, en la avenida Córdoba, antes de llegar al Cementerio, donde una guardia de honor de cadetes de la Policía de San Juan y la Banda de Música, aguardaban para la despedida.

Numerosos amigos, militantes de la Cruzada y dirigentes políticos concurrieron al sepelio del dirigente extinto. Y en representación del Ejecutivo provincial estuvo el vicegobernador Sergio Uñac, acompañado por el ministro de Gobierno, Adrián Cuevas, y el intendente de la Capital, Marcelo Lima.

El obispo, monseñor Alfonso Delgado, rezó un responso acompañado por el padre Eduardo Gutiérrez, en el que dijo que ‘venimos a despedir a Don Alfredo con todo afecto‘ y recordó que cuando él llegó a San Juan el Gobernador era Avelín. ‘Le tocaron momentos muy difíciles de la vida institucional del país‘, sostuvo.

En nombre de la familia, el hijo mayor, Alfredo Avelín Nolléns, reseñó algunos puntos de la vida política de su padre y destacó que ‘mi padre nos pidió que lo veláramos en el partido, que era su segunda casa, y con el guardapolvo de médico‘.

‘Estudió medicina, porque su madre se lo pidió, para atender a los más pobres‘, mencionó y dio a conocer que uno de los últimos deseos del ex mandatario fue terminar su libro, titulado ‘Argentina, no queremos perderte‘. ‘Y lo terminó, dos días antes de morir‘, dijo Avelín Nolléns.

La intención de la familia es publicar el libro, que se sumará a varios ya escritos por el destacado político.

Por último tuvo palabras de reconocimiento para dos amigos entrañables de su padre, Agustín Pujador, quien fue diputado provincial, y Eduardo Nein, un estrecho colaborador de Don Alfredo.

Después, con la guardia de honor de la Policía, y con los sones de una marcha fúnebre de la Banda de Música, el ataúd del caudillo montado en una cureña fue trasladado hasta su última morada, el panteón familiar donde ya descansan los restos de su esposa, Doña Barbarita Nolléns. El mausoleo está construido con referencia a una de las principales banderas que levantó Don Alfredo, la defensa de los hielos continentales (ver página 6).

Allí otra vez sonaron los aplausos y hasta un ‘viva la memoria de Don Alfredo Avelín‘ se escuchó entre la multitud que se había dado cita para despedir al destacado dirigente político sanjuanino.

Los más emocionados fueron los hijos de Don Alfredo, Alfredo, Nancy, Ruth y Lucía, y sus nietos.

Luego de una oración rezada por los presentes, Alfredo Avelín Nolléns dio un ‘gracias a todos‘ por su participación.