La intervención que dispuso la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) nacional sobre la seccional San Juan fue un cimbronazo, al punto de que se dio el descabezamiento de la Comisión Directiva. Sin embargo, en el sindicato local y en la sede central reina el silencio y el hermetismo, por lo que aún se desconocen los motivos de la drástica medida y alimenta las versiones sobre presuntos manejos irregulares de fondos, según señalaron distintas fuentes. No solo eso, sino que el ahora exsecretario Administrativo del gremio, Julio César Figueroa, se topó en el almuerzo de despedida del año de la CGT con el editor de Política de este medio, al que increpó, molesto, por la publicación que había revelado la intervención. "De mí no vas a hablar" y "dejá de publicar cagadas" (sic), mientras levantaba su dedo índice y destacaba: "Te voy a pegar una piña" (Ver aparte).

La nota por la que Figueroa se sintió ofendido salió el jueves 16, en la que este diario confirmó la intervención de la UOM local. La medida del sindicato a nivel central fue ordenada el martes 14 y, al día siguiente, el interventor ya había entablado contactos con los dirigentes salientes. Desde entonces, lo que ha trascendido es que el interventor es de apellido Tapia, oriundo de Calingasta, que trabajó en el Sur del país y que vino desde Buenos Aires. Estuvo unos días en San Juan, pero regresó a su lugar de trabajo y volverá en enero. A partir de ahí, tendrá que ir organizando el cronograma para que se vayan designando los delegados gremiales en distintas empresas para, luego, llevar adelante la elección de renovación de autoridades de la UOM, cuyos mandatos duran cuatro años. El comicio debe llevarse adelante debido a que la actual cúpula gremial ya ha cumplido su periodo, sumado a que fue desplazada por la intervención.

La UOM tiene que convocar a elecciones para definir autoridades.

El secretario General era Ariel Gutiérrez, un joven dirigente que formaba parte de una nueva camada sindical y que venía timoneando la entidad desde 2017. Un referente era Figueroa, quien condujo la UOM por más de 10 años y en este periodo era el secretario Administrativo, pero que continuaba con una fuerte influencia. También es el secretario Gremial de la Confederación General del Trabajo (CGT) local, pero, en los papeles, perdió ese lugar por la intervención.

Según fuentes gremiales, la sospecha gira en torno al supuesto manejo irregular de las cuentas, al punto de que habría fondos que tendrían que haber sido girados a la UOM nacional, pero que nunca habrían salido. Lo que está más que claro es que el vínculo entre la sede central y la sanjuanina está roto. Así, el interventor puede conformar un equipo para corroborar o desechar las presuntas irregularidades. O, por el contrario, puede llevar la gestión en una especie de piloto automático hasta el próximo llamado de elecciones.

 

> Figueroa, agresivo

 

Por Walter Rios – Editor de política

 

Sobre el final del almuerzo de fin de año de la CGT, al que fui invitado, Julio César Figueroa, exautoridad de la UOM, me apuntaba, en tono intimidante, con su dedo índice, mientras me decía que "de mí no hablás más" y "dejá de publicar cagadas", además de asegurarme que "te voy a pegar una piña". La agresividad del sindicalista obedecía, evidentemente, a la nota publicada el 16 de diciembre, la que confirmaba la intervención al gremio, las sospechas en el ámbito sindical sobre supuestos manejos irregulares de fondos, aunque sin imputación en su contra, y el posible punto final a su carrera. Es decir, ninguna "cagada", sino información y trascendidos, de fuentes gremiales, sobre los motivos de la medida, ante el silencio en la UOM y del propio Figueroa, quien no había querido hacer declaraciones públicas.

La batería de agravios y amenazas del gremialista responde a viejas prácticas de dirigentes caducos y obsoletos, que no toleran publicaciones que reflejen la problemática que atraviesa un gremio, como la UOM. Es decir, no soportan la tarea periodística, las preguntas y las consultas, ni la libertad de expresión. Funcionarios y dirigentes están expuestos a la crítica porque conducen reparticiones, instituciones y entidades que afectan la vida de muchas personas. Sin embargo, un sindicalista como Figueroa responde con aprietes y patoterismo, incluso, hasta cuando se le daba la posibilidad de aclarar o explicar lo que quisiese. El trabajo periodístico también está sujeto a debate, cuestionamientos e intercambios de ideas, lo que es bienvenido, al igual que a correcciones cuando corresponde. Eso sí, en el marco del respeto y fuera de toda agresión, ya sea verbal o física, e intimidación.

Cada vez son menos los dirigentes que actúan de esa manera prepotente. Me tocó padecerlo, pero le puede pasar a cualquier colega, dado que las actitudes violentas se ejercen sin miramientos. Figueroa, en el casi seguro final de su carrera por la intervención, quizás sea uno de los últimos exponentes del patoterismo.