Por primera vez, desde que se instaló la minería metalífera en la provincia, ayer los obreros de minas y de la construcción, junto a trabajadores de empresas proveedoras de servicios con sus patrones protagonizaron una multitudinaria marcha en el microcentro sanjuanino en defensa de la minería.
Fue la reacción a las constantes amenazas, que se han incrementado en los últimos tiempos; de parte de grupos ambientalistas antimineros y sectores políticos de la oposición, que incluso amagan con sancionar una ley de protección de glaciares que limitaría y hasta heriría de muerte los proyectos industriales en esta provincia. Ayer a la tarde la Cámara Alta acordó tratar esa ley a fines de setiembre.
Así, con el agua al cuello ante las amenazas porteñas, los trabajadores mineros salieron a la calle en una ruidosa manifestación a pie alrededor del principal paseo, con gran profusión de carteles, cánticos y bombos, y acompañados además por un importante despliegue de camiones y camionetas de las que se usan habitualmente en el trabajo de cordillera.
Bajo consignas tales como "Basta de mentiras e intereses políticos detrás de los glaciares", "No somos K ni pro, somos defensores de nuestras fuentes de trabajo", "Somos mineros y los primeros defensores del medio ambiente", o "señores de Greenpeace vengan y conozcan nuestro trabajo" plasmadas en prolijos carteles la movilización minera literalmente tomó las calles.
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A partir de la desconcentración en el centro, los manifestantes se dirigieron a la Legislatura a pedir una pronunciación de los legisladores a favor del trabajo minero (ver página 2).
Apenas comenzó la manifestación los organizadores calcularon unas 1.000 personas, pero luego se fueron sumando más personas que se concentraron en la plaza o en las escalinatas de la Catedral, donde algunos observadores calcularon 2.000. El jefe del operativo policial, comisario Miguel Castro, dijo ayer tarde que hubieron 4.000 personas. "Habíamos afectado a 50 efectivos porque la organización había presentado una nota calculando juntar 1.000 personas, pero fuimos sobrepasados", explicó el oficial.
La agrupación más numerosa fue la de Asociación Obrera Minera Argentina -AOMA- compuesta por unos 400 trabajadores vestidos con los tradicionales chalecos naranja y cascos amarillos o blancos que irrumpió a las 11.20 por calle Rivadavia hasta la Catedral, donde se había instalado un altavoz. Allí se les sumaron columnas de obreros de los empresas mineras Minas Argentinas (Gualcamayo, en Jáchal), de Barrick (Veladero y Pascua-Lama) y Troy (Caposo, en Calingasta) que se habían concentrado en la plaza. También se sumaron grupos de empresas prestadoras de servicios mineros: la más ruidosa fue la de la metalúrgica Urbino, aunque también sobresalieron empleados de Chiconi, Semisa, Grupo Pueyrredón, Siempre Limpia, Segufer, El Guardián y Exploservice, entre otras firmas. "Vengo a apoyar a mi marido que es chofer, porque si se acaba la minería se acaba nuestra fuente de trabajo", dijo Sara Vera, quien vino desde Caucete con su hijo de 3 años en brazos. "Lamento escuchar a los canales de televisión porteños desde los que se habla con ignorancia, creen que venimos destruir los glaciares, y nosotros somos los primeros ambientalistas", dijo el gerente del proyecto Casposo, Eduardo Machuca, entre los manifestantes.
Luego de dar la vuelta a la plaza, seguidos por las bocinas de decenas de 4×4, semis, camiones y hasta micros, las columnas a pie ingresaron al corazón de la plaza 25, donde alentaron con cánticos y consignas la defensa de las fuentes de trabajo. A las 12 menos cuarto, arengados desde los altoparlantes, la gente se congregó en las escalinatas y frente a la Catedral, donde se realizaron los discursos. Los oradores se dirigieron al pueblo y a los legisladores, tanto locales como nacionales, y se deslizó una idea que fue aplaudida: la posibilidad de ir a realizar una marcha con las otras provincias cordilleranas a Buenos Aires.

