Los senadores del bloque del Frente para la Victoria (kirchnerismo) comenzaron a avanzar en la discusión sobre la conveniencia de condenar o salvar al ex presidente y actual aliado Carlos Menem, a quien desde la oposición buscan excluir de la Cámara Alta, pese a que todos reconocen que la última definición llegará desde la Quinta de Olivos.

Los legisladores adelantaron el debate y discuten ahora si deben secundar los argumentos de los sectores anti-K que reclaman la expulsión por ‘por inhabilidad moral‘, tras conocerse el reciente fallo de la Cámara de Casación que lo condenó en la causa por contrabando de armas a Ecuador y Croacia.

Según trascendió, un sector oficial se resistiría a someter a un eventual juicio adverso a un ex presidente peronista. Otros, que coinciden en no tomar decisiones drásticas, agregan que expulsar a un aliado que de tiempo en tiempo se hace necesario en las votaciones no parece una buena estrategia, salvo que se confirme que su reemplazante en la banca sea un dirigente de perfil definidamente kirchnerista y le garantice presencia y voto permanentes.

Frente a estas apreciaciones se levantan los que lo siguen identificando como el promotor por antonomasia de las políticas neoliberales de los 90 y un paradigma del antimodelo oficialista, pese a los reiterados servicios prestados por Menem en los últimos años.

El pedido opositor fructificó en la sesión del miércoles pasado tras la unificación de un despacho de la UCR y el FAP, corporizado por Laura Montero y Jaime Linares, y la aceptación por parte de la bancada kirchnerista que encabeza Miguel Pichetto.

Hasta ahora el bloque oficialista cree haber dado una señal de amplitud política y ética al no negarse a someter la conducta de Menem a la opinión de sus colegas, pero algunos indicios muestran que no buscaría avanzar hasta que se den dos condiciones. Por un lado, una definición de la Casa Rosada, y por otro, un pedido expreso de la justicia tras una condena en firme.

Todavía no se cumplen ninguno de los requisitos, por lo que la espera puede prolongarse tal vez por un tiempo ahora indeterminado. El expediente debe ser debatido por la Comisión de Asuntos Constitucionales, donde el kirchnerismo domina ampliamente el escenario con 9 senadores propios, más dos aliados -uno de ellos el propio Menem-, y la oposición apenas si agrupa a tres radicales, dos peronistas disidentes y una integrante del FAP.

Mientras tanto, el ex presidente sigue con sus ausencias retiradas y los pedidos de licencia. Menem fue reelegido senador en diciembre de 2011; en 2012 participó de cuatro de las 23 sesiones, cuando el oficialismo parecía tener los números complicados y este año aún no concurrió al recinto en ninguna de las tres sesiones. Los motivos de sus ausencias nunca son explicados en público, aunque en voz baja se aluden a presuntos problemas de salud de diverso tipo que nadie puede precisar, y sus allegados y parientes se entusiasman en negar.

En los últimos tiempos, Menem sólo apareció para decir que a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (de la que sostuvo no había ‘con qué darle‘ en 2011) ahora ‘se le escapan algunas cosas de las manos‘ y para recibir un abrazo reparatorio de Eduardo Duhalde, tras la elección del nuevo Papa.

El riojano todavía tiene tiempo: fue condenado por la Justicia por contrabando de armas. Ahora deberán determinar el monto de la condena, pero todavía tiene la chance de apelar a la Corte Suprema.

El Senado podría quitarles los fueros para ir a la cárcel, sólo cuando la sentencia esté en firme y la Cámara alta avale el pedido. Falta tiempo para que estas eventualidades se alineen y finalmente sucedan.