El Gobierno de Cristina Fernández afronta este domingo unas elecciones legislativas en las que están llamados a votar unos 28 millones de argentinos y está en juego la mayoría oficialista en el Parlamento, en un contexto de contracción económica al cabo de seis años consecutivos de crecimiento.

La alarma por el avance de la gripe A, que hasta ahora ha causado 26 muertos, y las encuestas que prevén una reñida votación en la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país, donde Néstor Kirchner es el principal protagonistas, son los otros condimentos de estos comicios en la mitad de la gestión de Fernández.

En medio de medidas de prevención sanitaria en los lugares de votación, hoy se renovará la mitad de los 257 escaños de diputados y un tercio de los 72 del Senado, además de legislaturas provinciales y municipales, -ver infografía página 11-.

El Gobierno instaló unas 100 cámaras de video en mesas electorales de populosos distritos bonaerenses vecinos a la Ciudad de Buenos Aires, como pidió la Cámara Nacional Electoral.

"Bajamos la cantidad de electores por mesa para evitar inconvenientes y se instalaron cámaras de seguridad para darle mayor transparencia" a la votación, apuntó el ministro del Interior, Florencio Randazzo, quien tachó de "irresponsables" las denuncias de algunos candidatos opositores sobre posibles fraudes.

Randazzo consideró que las denuncias de fraude tienen "la intencionalidad política" de quitar "legitimidad" a "aquellos que finalmente son elegidos por la voluntad popular" en unas elecciones en las que se movilizará a unos 120.000 efectivos de las Fuerzas Armadas y de seguridad.

El ex presidente Néstor Kirchner quien encabeza la lista oficialista de diputados por la provincia de Buenos Aires, se juega en estos comicios no sólo la mayoría parlamentaria del oficialismo y sus aliados sino su estabilidad como líder del PJ.

La hegemonía de Kirchner se ve amenazada por el empresario Francisco de Narváez, que aspira a un escaño de diputado al frente de la coalición Unión-Pro, formada por peronistas disidentes como él y seguidores del jefe de gobierno porteño y líder del PRO, Mauricio Macri.

En el Senado, el peor escenario al que se enfrenta el oficialismo es perder el quorum propio que tiene hasta el 10 de diciembre próximo.

Incluso podría dejar de ser mayoría, aunque su ventaja será la dispersión que enfrentan los bloques opositores.

De los 24 senadores que se recambian, 12 integran el bloque kirchnerista, 6 el radical; 2 son justicialistas disidentes (Santa Fe); otros tantos, bussistas tucumanos; uno, socialista santafesino y otro juecista, de Córdoba.

En la Cámara de Diputados, donde el debilitamiento comenzó a sentirse tras la sangría generada por el conflicto con el campo, la búsqueda de mayorías exigirá un mayor esfuerzo al bloque que encabeza Agustín Rossi.

El Frente Para la Victoria-PJ pone en juego 60 bancas de las 115 con que cuenta actualmente. Sólo en la provincia de Buenos Aires el oficialismo arriesga 20 de las 35 bancas en disputa.

El gobierno de Cristina Fernández, por lo tanto, convivirá previsiblemente los próximos dos años con un Congreso donde la oposición, aunque atomizada, se verá fortalecida.

La clave de la elección estará en la provincia de Buenos Aires ya que de la suerte que corra hoy Kirchner dependerá el futuro del PJ.

Si gana Kirchner revitalizaría su liderazgo en el oficialismo y lo confirmaría como un árbitro ineludible en la transición.

Por el contrario, una derrota abriría de inmediato una fuerte contienda interna para definir su sucesión en el PJ e impactaría en el poder del gobierno.

Como contracara, si Francisco De Narváez se transforma en el verdugo de Kirchner, la alianza Unión-PRO podría presentarse como alternativa de poder para 2011.