La desolación del domingo ayudó para hacer el cuadro más triste todavía el día del entierro de Leopoldo Alfredo Bravo. En el centro, los ocasionales transeúntes se paraban asombrados al ver tanto despliegue de coches a la hora del almuerzo, que se movilizaban a paso de hombre por las calles sanjuaninas, con el sol a pleno. Lo más llamativo fue la caravana, encabezado por 6 coches colmados de coronas de flores y guardia policial. Fue una mañana de mucha congoja, sobre todo en los momentos del sepelio, cuando la familia, correligionarios, amigos y seguidores de Polo le dieron el último adiós en el cementerio de la Capital a puro aplauso, como fue durante toda la despedida desde que el sábado a la siesta se conoció la muerte del líder bloquista.
