Sólo uno que otro miembro de las mesas electorales y unos pocos votantes acataron las medidas. Y, de ese reducido grupo, la mayoría usaba barbijo porque sus partidos políticos o presidentes de mesa se los habían conseguido o porque ellos mismos se los habían comprado. "Es una vergüenza, desde Salud Pública tendrían que haberlos repartido", dijo un presidente de mesa que estaba en la escuela Saturnino Sarassa, de Rawson.

Según el relevamiento de este diario, en algunas escuelas de Rawson, Rivadavia, Capital, Santa Lucía y Chimbas, de los que sí tenían protección algunos se los retiraban de la cara para tomar algo o hablar, con lo que la prevención quedaba sin efecto. Además, todos tenían los barbijos simples y no los 3M (los únicos que impiden el contagio por su triple capa protectora). A los uniformados les iba a repartir el Distrito Electoral San Juan, según anunció Carlos Alberto Pissolito, pero no se observó ninguno con barbijo.

Una gran excepción fue una mesa del Colegio Luján, en Capital, donde el presidente, Raúl Díaz, compró con plata propia de su bolsillo alcohol en gel y seis barbijos para las autoridades de su mesa.

Por otro lado, tampoco se observaron los adhesivos en barra o almohadillas con agua (sugeridas por el Ministerio de Salud de la Nación) para que la gente no pasara la lengua por los sobres. En las filas de votantes no se respetó el metro de distancia entre personas. Y fue común ver en las mesas electorales los mates que pasaban de boca en boca.