No habían pasado ni siquiera 24 horas del último adiós a Néstor Kirchner y el ambiente político de la provincia recibió otra dura noticia: luego de sufrir una severa enfermedad que lo mortificó durante más de un año, ayer en la siesta dejó de existir el líder bloquista Leopoldo Alfredo Bravo. Con 50 años, se fue apenas un tiempo después que su padre, el recordado Don Leopoldo, cuando era el presidente del partido de la estrella y el embajador argentino en Rusia. Apenas se conoció la noticia, dirigentes de distinto color político empezaron a llegar al velorio en la sede bloquista para saludar a la familia.

La muerte lo encontró en su casa, como él quería. Los médicos y la familia decidieron no internarlo para respetar su deseo, pero también porque el cáncer que padecía había entrado en una etapa irreversible y no tenía mucho sentido trasladarlo lejos de su hogar. Desde abril de 2009 que fue sometido a decenas de estudios y tratamientos, pero su estado empeoró desde mediados de este mes y pasadas las 15.30 falleció.

En ese momento lo acompañaban su esposa, Laura Adámoli, y sus cuatro hijos. El destino quiso que su madre también estuviera cerca de él. Ivelise Falcioni de Bravo hace unos 20 días que volvió a San Juan después de vivir mucho tiempo en Buenos Aires y al momento del fallecimiento estaba en su casa de calle Mitre, donde llegó la noticia minutos después.

La despedida del líder bloquista es con todos los honores en virtud del cargo de embajador que ocupaba. El gobierno decretó duelo provincial hasta hoy a las 12, cuando se espera que sea sepultado en el cementerio de la Capital. Además, se dispuso una guardia de honor, con cuatro cadetes de la Escuela de Policía.

Polo era el mayor de seis hermanos, siempre estuvo ligado a la política partidaria e institucional de la provincia y con él se fue el último dirigente político destacado y de renombre de la familia Bravo. Hace apenas cuatro años, el 4 de agosto de 2006, fallecía su padre, fundador del bloquismo y una de las figuras más importantes y de mayor trayectoria de San Juan.

Polo, como le decían sus amigos, seguía los mismos pasos. Fue diputado provincial y nacional, imitó a su padre cuando lo designaron embajador en Rusia y en los últimos años se hizo cargo de liderar con firmeza el bloquismo en medio de una fuerte convulsión interna.

Bravo desmejoró definitivamente el sábado 9 de octubre. La batalla contra el cáncer había empezado el año pasado, cuando en Rusia le diagnosticaron un grave tumor en un pulmón. Pidió permiso y se vino con su familia a la Argentina, para empezar con los tratamientos que le permitieron seguir adelante un tiempo más con su pasión de la política.

Decía que la política y su familia eran la forma de ocupar la mente en otra cosa que no fuera la enfermedad que lo aquejaba. Hasta sus últimos días estuvo metido, como pudo, en la vida de su partido. Por delante tenía el desafío de decidir o no darle continuidad a la sociedad que mantenía con el justicialismo y había dicho que quería ser candidato a gobernador de San Juan en las elecciones del año que viene.

Desde que su estado de salud empeoró, la dirigencia y la militancia no paró de averiguar cómo estaba a través de la familia o los allegados. Ayer, esa preocupación se vió reflejada en la sede del Partido Bloquista. Los primeros en llegar fueron su secretario personal, Raúl Sánchez; el presidente de la Convención Bloquista, Augusto Rago, y la vicepresidenta segunda de la fuerza, Graciela Caselles, para hacerse cargo de los preparativos.

A las 20.45 se vio la primera escena de suma emoción. Los restos de Polo llegaron al partido y la militancia empezó a aplaudir una y otra vez a su líder, mientras avanzaban respetuosamente hasta al féretro para saludarlo por última vez. El gobernador José Luis Gioja llegó al funeral consternado, acompañado por otras figuras del peronismo provincial.

Aunque al principio hubo dudas, desde Casa de Gobierno confirmaron que hoy llegará el canciller Héctor Timermann para participar del sepelio (página 7).