Llevaba poco más de tres años y medio prófugo, con una condena de prisión perpetua sobre sus espaldas por ser el jefe del aparato represivo en San Juan durante la última dictadura militar.
Luego de una serie de escuchas telefónicas, la Policía Federal encontró y detuvo a Jorge Antonio Olivera en la casa de su exesposa, Marta Ravasi, en la Ciudad de Buenos Aires, mientras estaba oculto en el baúl de un auto.
La policía Federal, encargada del operativo, difundió las imágenes del represor al momento de su detención. La barba fue el único aspecto que el represor cambió en estos años.