Buenos Aires, 27 de abril- El juicio oral y público al ex
comandante de Campo de Mayo durante la dictadura y ex general
Santiago Omar Riveros se inició hoy en el partido bonaerense de San Martín con la novedad de que el principal acusado y otros dos ex jefes militares están encarcelados en una prisión común.

Riveros, de 86 años, ex representante de Argentina en la Junta
Interamericana de Defensa, perdió el beneficio de la prisión
preventiva domiciliaria y ahora comparte el pabellón de condenados y procesados por delitos contra la humanidad con el dictador Jorge Rafael Videla, los dos más ancianos en la prisión federal de Marcos Paz.

También perdieron el arresto en su casa otros dos ex generales
enjuiciados, Fernando Exequiel Verplaetsen (83), ex jefe de
Inteligencia del Comando de Institutos Militares con jurisdicción en
Campo de Mayo y ex jefe de la Policía Bonaerense, y Osvaldo García (78), ex jefe de la Escuela de Infantería de Campo de Mayo.

La noticia se conoció esta tarde en la audiencia inaugural del
juicio por el asesinato del adolescente Floreal Edgardo
Avellaneda, pero los tres ex jerarcas castrenses ya están en Marcos Paz desde el miércoles pasado, por orden del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 de San Martín que los procesa.

Los jueces Lucila Larrandart, Marta Milloc y Héctor Sagretti
abrieron el debate, el primero que tiene lugar en la llamada
"megacausa Primer Cuerpo" a ex comandantes de la mayor base militar del país, Campo de Mayo, donde funcionaron tres centros clandestinos de detención durante la represión ilegal.

La defensa oficial de los ex generales hizo un planteo al
tribunal porque aquellos "fueron levantados a las dos de la mañana" para ser trasladados a San Martín y, a su entender, ello atenta "contra su avanzada edad y estado de salud", lo cual despertó risas en el público, mientras Larrandart advirtió con un llamado al orden.

Riveros, Verplaetsen y García están acusados como "coautores
mediatos" del secuestro, torturas y homicidio de Avellaneda, un
militante de la Federación Juvenil Comunista (FJC) de Avellaneda de 15 años, y el secuestro y torturas sufridas por su madre, Iris
Etelvina Pereyra de Avellaneda, ambos capturados en la casa familiar el 15 de mayo de 1976.

Los otros tres ex uniformados sentados en el banquillo,
acusados como "coautores materiales", son el ex capitán César Amadeo Fragni (75), el ex teniente primero Raúl Harsich (62)
-ambos estaban en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo-, y el ex oficial de la Policía Bonaerense Alberto Aneto (75).

En la audiencia leían esta tarde la requisitoria de elevación
a juicio oral que en la etapa de instrucción hizo el fiscal de San
Martín Jorge Sica, y las acusaciones que formularon las querellas
del Partido Comunista, la Secretaría de Derechos Humanos y el
colectivo "Justicia YA" de organismos humanitarios.

A Floreal y su madre los capturó una patota de militares,
algunos con pelucas y otros con capuchas, que allanaron la casa
familiar, en Sargento Cabral 2845 de Munro, en busca del jefe de
familia, Floreal Avellaneda, militante comunista y delegado en la fábrica metalúrgica Tensa, que logró huir por los techos.

A la madre y al hijo los trasladaron a la comisaría de Villa
Martelli (4ta. de Vicente López) donde recibieron tormentos con
picana eléctrica, submarino seco -ahogamiento con una bolsa de nylon en la cabeza- y golpes, según la acusación fiscal.

"Mamá, decile a estos señores que no sabemos dónde está papá",
fueron las últimas palabras de su hijo, entre los alaridos de
dolor en la mesa de torturas, que Iris alcanzó a escuchar. A la
semana, a ella la trasladaron al centro clandestino de detención "El Campito", en Campo de Mayo.

Allí sufrió más torturas y un día la llevaron a un paredón de
fusilamiento: "Pedí tres deseos porque sos boleta", escuchó que le
decía una voz conocida, la de "Rolo" o Aneto, ya familiar porque
había estado presente en el allanamiento a su casa.

Iris pidió saber dónde estaba su hijo y "Rolo" o Aneto le
contestó: "Ya lo matamos", según testimonió en la instrucción la
mujer, que fue dos años más prisionera política en la cárcel de mujeres de Olmos. Fragni y Harsich firmaban la orden de traslado de Campo de Mayo a ese penal, según la investigación.

En cambio, al chico lo torturaron hasta la muerte -incluyendo
el empalamiento- y arrojaron su cuerpo al Río de La Plata. Su
cadáver apareció un mes más tarde en las costas uruguayas a la altura de Montevideo y fue inhumado en el cementerio Norte de la capital oriental.