El oficialismo confirmó lo que pensaba la gente racional de este país. Sólo algunos trasnochados -léase grandes multimedios, grupos de poder económico, la derecha de siempre- pensaron o tenían la esperanza que ‘ella‘ no iba a ser la candidata.
¿Bajo qué argumentos podría no serlo? Se esgrimieron razones de salud, de cansancio, de acoso gremial, de que la viudez la había deprimido, entre varias otras. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner con una sola frase desmontó los argumentos esgrimidos por los grupos minoritarios, afirmando: ‘siempre supe lo que debía hacer‘. Dicho en buen castellano los únicos que dudaron eran los que (aún hasta por estrategia) no debían dudar.
La Presidenta se encuentra hoy con una intención de voto superior al 42 por ciento en el país. Prácticamente tiene asegurado su triunfo en primera vuelta. En el caso de San Juan, y en la mayoría de las provincias la intención de voto supera el 50 por ciento. La gran pregunta es: ¿Que candidato renuncia a una postulación teniendo esos porcentajes? ¿Como podría no haber sido la candidata, si ni Carrió con menos del 2 por ciento desiste, ni tampoco Duhalde con un 5 por ciento?
Falta ahora definir su candidato a vice. Podrá ser Boudou, Zaffaroni, o alguien que no figure entre los nominados. No obstante toda investigación de opinión indica que la máxima virtud de un ‘buen vice‘ no es sumar, sino por el contrario no restar y en lo simbólico no traicionar. Esta es una lección que el kirchnerismo la ha aprendido y con seguridad el vice no estará para ser un valor agregado numérico, sino para ser un factor de gobernabilidad, es decir ser un factor de aglutinamiento simbólico.
