El bloque peronista que encabeza Pichetto, que dejará de llamarse "Frente para la Victoria" y será rebautizado como "Justicialista", calcula que la derrota en las urnas y la diáspora kirchnerista le quitará la mayoría absoluta.
De acuerdo con sus propios voceros, esa situación lo dejaría en menos de veinte legisladores. Por ello, se apuran los trámites para que vuelvan al redil peronista los que jugaron con Massa en los últimos dos años, como el cordobés Carlos Caserio y el chubutense Alfredo Luenzo. También confían en que los formoseños Mayans y Teresa González, quienes en los últimos meses mostraron duras diferencias con Pichetto, se mantengan "adentro"; igual que la pampeana Norma Durango, cuya cercanía con el kirchnerismo se ocupan de desalentar.
El riojano Carlos Menem, con su postulación a salvo de cualquier impugnación judicial, es contado como parte histórica del justicialismo a efectos formales; aunque sus reiteradas ausencias restan a la hora de hacer número en las comisiones. Algo similar ocurre con el puntano Adolfo Rodríguez Saá, cuya estrella política parece estar en declive y que renovará su banca, por primera vez, por la minoría luego de competir en la órbita de la kirchnerista Unidad Ciudadana. Del resto de los legisladores que ingresarán o que no renuevan en este turno, la mayoría será cooptada por el oficialismo: los misioneros Maurice Closs y Magdalena Solari y los neuquinos Lucila Crexell y Guillermo Pereyra, sindicalista del petróleo.