La presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha comenzado, paulatinamente, a suplir a su fallecido esposo, Néstor Kirchner, en lo que respecta al manejo político del oficialismo en su amplio espectro. Lo que antes Kirchner realizaba con reuniones permanentes en la residencia de Olivos, asados, encuentros o los tradicionales partidos de fútbol, la presidenta lo lleva adelante los viernes por la noche, tiempo que le dedica a dialogar con funcionarios, legisladores y dirigentes K durante varias horas. A diferencia de lo que se creía, Fernández de Kirchner tiene "muy presente lo que pensaba" su esposo sobre el escenario político y los pasos a seguir. Por eso, ha redistribuído el poder entre los funcionarios y dirigentes en los que confía, y no pretende, por ahora, hacer cambios en el gabinete nacional. Hombres del ultrakirchnerismo dejaron trascender que la mandataria mantendrá "la misma desconfianza" que el santacruceño concentraba sobre algunos dirigentes que, incluso, son parte del gabinete nacional, así como algunos gobernadores. Fernández de Kirchner sabe, dicen, que la alianza con Daniel Scioli es "clave" para la búsqueda de la reelección en el 2011, pero también ha empezado a acercarse con otros dirigentes de la denominada "nueva camada" del oficialismo y en los cuales Kirchner apostaba como "los que se vienen". Por eso no es casual la permanencia y protagonismo en esas reuniones que encabeza la Jefa de Estado de Amado Boudou, Juan Manuel Abal Medina y Diego Bossio, mas allá de los históricos colaboradores como Carlos Zannini, Héctor Icazuriaga, Aníbal Fernández y Florencio Randazzo. Al parecer, el rol político del ex mandatario no fue distribuido entre Aníbal Fernández y Julio de Vido. "Todavía está de duelo, respaldada por sus hijos Máximo y Florencia, pero en unos meses va a empezar a trabajar por el 2011", se entusiasman a su alrededor. Incluso, hay quienes aventuran que Máximo Kirchner seguirá lo pasos de sus padre y podría pelear por la candidatura a intendente de Río Gallegos. Así empezó la historia de Néstor Kirchner allá por 1987, quien después fue gobernador y finalmente presidente. En la Casa Rosada se ufanan de las peleas en la oposición, dentro del Peronismo Federal, Elisa Carrió versus los radicales, Ricardo Alfonsin con Julio Cobos, los vaivenes del PRO de Mauricio Macri. Por eso, alimentan la candidatura de la mandataria para el 2011. Sin embargo, los kirchneristas desconfían de Scioli, pese al alineamiento que como mandatario provincial mantuvo el gobernador. No en vano, hay quienes alientan el trabajo del ministro de Economía Amado Boudou en la provincia, en permanente diálogo con distintos intendentes -sobre todo los de la nueva camada y del interior de la provincia, no del conurbano-, e incluso siguen midiéndolo como candidato. Lo mismo ocurre con la corriente kirchnerista que encabezan Daniel Filmus, Agustín Rossi y Jorge Taiana, y que promueven al ex canciller como postulante al sillón de La Plata. No obstante, la presidenta sabe que hoy, más que nunca, necesita de Scioli y de los caciques comunales, si decide lanzarse a la carrera por 4 años más.
