A ciertos precandidatos a intendentes no les hizo falta grandes movilizaciones, convencer masivamente al electorado con sus propuestas y cosechar un caudal importante de adhesiones para atravesar el filtro de las PASO y llegar a la general. Sólo les alcanzaba con votarse a sí mismos. Inclusive, hay casos de postulantes que increíblemente necesitaban una fracción de voto, por ejemplo, 0,19, cosa que en la práctica es imposible, por lo que llegar a un sufragio les era suficiente.
Lo ridículo de la situación se debe a que el sistema de las primarias, que impulsó el PJ local, permite que un aspirante al sillón comunal sin competencia interna pase las primarias al obtener el 1,5 por ciento del padrón de afiliados en el departamento en el que juega. Por eso, si tiene 10 simpatizantes registrados en un distrito, le sobra con conseguir un voto.
El porcentaje mínimo a cosechar por los partidos o frentes que llevan lista única aparece en el artículo 131 del Código Electoral y su contracara es el artículo 144, que a las fuerzas que presentan más de una propuesta electoral les impone un piso de 1,5 de los votos afirmativos para pasar a la general. En la práctica es un trato sumamente dispar: a los primeros les alcanza con un puñado de sufragios para conseguir el objetivo y a los demás se les exige un volumen, por lejos, mucho más importante.
Hay un dato que pone más en evidencia los efectos absurdos del 131. Un dirigente necesita presentar un 5 por ciento de avales de los afiliados de su departamento para inscribirse como precandidato y en las PASO, le basta con el 1,5 por ciento de la misma base.
En algunos distritos se presentaron los casos más inverosímiles. La Nueva Izquierda llevó una sola lista en 25 de Mayo y allí cuenta con 13 afiliados según registros del propio partido, por lo que el aspirante a la Intendencia debía reunir menos de un voto: 0,19. Y el postulante de 9 de Julio requería 0,43, ya que la misma fuerza tiene 29 partidarios. Pero como en la práctica la fracción no existe, los postulantes necesitaban un voto para pasar el filtro. En Ullum se dio un caso increíble. El precandidato de la Nueva Izquierda no sacó ni un solo sufragio y no hubo ley que lo salve (ver recuadro).
Por el lado de la Cruzada Renovadora, que también presentó listas únicas, se dio algo parecido. En 25 de Mayo tiene 25 afiliados y su candidato, en consecuencia, requería 0,37 votos; mientras que en 9 de Julio, con 43 simpatizantes, el postulante debía juntar 0,64, según los datos partidarios.
Las fuerzas que en esos departamentos llevaron más de una propuesta, tenían el desafío de sumar 1,5 por ciento de los votos afirmativos entre todos los precandidatos y eso es bastante más. Por ejemplo, en 25 de Mayo debían obtener un mínimo de 147 votos para sacar el ticket para octubre y en 9 de Julio, 97.
En los departamentos más grandes, la cosa también es graciosa. Siempre dependiendo del número de afiliados, los únicos precandidatos de la Nueva Izquierda tenían la misión de recaudar hasta 5 votos y los cruzadistas, llegar hasta 10. Significa que el apoyo del círculo familiar fue suficiente.
En la categoría a gobernador, cuyo distrito a tomar en cuenta es la provincia entera, el efecto es el mismo. La candidata de la Nueva Izquierda, Mary Garrido, necesitó tan sólo 33 votos para pasar a la general, ya que el total de afiliados es de 2.200. En total cosechó 1.450 sufragios y le sobró para pasar, pero si se le aplicaba el artículo 144 se hubiera quedado afuera por no haber llegado al piso de 5.600.
Aunque obtuvo mucho más en la pelea por el máximo cargo provincial, con 57 votos la Cruzada se aseguraba un lugar en la final, dado que tiene 3.800 simpatizantes anotados en todo San Juan.
A la luz de los resultados, la ley de las PASO ha desatado rechazos del arco opositor y en el oficialismo hay signos de análisis (ver protagonistas). Es que si el objetivo de las internas es fijar un mínimo de votos para que los que den pelea en la final tengan cierto grado de representatividad, se desvirtúa con el piso fijado sobre el padrón de afiliados.

