Los lectores de las columnas de Ricardo Olivera en DIARIO DE CUYO se sorprenderán, seguramente, con este dato: Ricardo no tardaba más de una hora, como mucho, para escribir sus envíos semanales. Y eso solamente lo puede hacer alguien que, además de un tremendo oficio, tiene claro en su cabeza qué y cómo quiere decir lo que finalmente queda en la página. "El Negro", como lo conocían en el ambiente del periodismo sanjuanino y en muchos otros, no solamente era un destacado periodista que normalmente desplegaba su capacidad escribiendo y hablando de política, también se manejaba como pez en el agua con la música, el deporte, la literatura y la cultura en general. Era de esas personas que parecía que sabían todo, que retenía datos, fechas y acontecimientos como pocos. Lamentablemente no pudo sobrevivir al covid, la enfermedad a la que, además de cambiar el mundo, ahora se le puede achacar la maldad de haberle arrebatado a los medios de la provincia a uno de los mejores profesionales que transitaron y transitarán las calles de San Juan.
Ricardo César Olivera nació el 7 de septiembre de 1951, seis días después de Laura Beatriz García, quien a partir de 1973 se convertiría en la mujer que lo acompañaría el resto de su vida. Tuvieron cuatro hijos: Julián (46), Sebastián (44), Lisandro (41) y Juan Facundo (40). El último, periodista de este diario. Su trayectoria en los medios es interminable. Arrancó en Radio Nacional cuando nacía la década del 80, pero su trayectoria lo llevó a trabajar o participar en Radio Sarmiento, Radio Colón, Radio Light, Canal 8, Canal 5 y, obviamente, este diario. Creó Informe Privado y condujo programas de TV como Olivera en 30 y De eso se trata. Además, desde 2016, fue la voz y el líder de Radio Concepto, la FM que él mismo creó y que comandó hasta hace muy poco junto a sus hijos. Fue también corresponsal del diario Ámbito Financiero y se codeó alguna vez con periodistas de la talla de Marcelo Longobardi o Mariano Grondona, por mencionar algunos. Además trabajó en Canal 7 de Mendoza y en algunas radios de esa provincia. Y si todo eso a alguien le pareciera poco, muchos dirigentes políticos y líderes de distintas ramas lo recordarán también como un consultor de lujo, por sus consejos e informes en su etapa de empresario.
Siempre recordaba que su padre quería que estudiara ingeniería en minas, cosa que hizo por algunos años. Luego pasó por la Facultad de Filosofía para finalmente terminar en Radio Nacional, tras ganar un concurso, como ocurrían los ingresos en aquellos años a los medios de la provincia. En el ambiente de la minería le reconocen haber trabajado activamente para que la comunidad entendiera los beneficios y problemas de una industria que hoy ayuda a la economía provincial casi como ninguna otra. Ricardo también sabía de minería. Y mucho.
Pero el Negro, más allá de su impresionante currículum, deja una impronta personal difícil de emular. A juicio de muchos periodistas, entre los que se encuentra también el redactor de esta crónica, uno de los mayores problemas para la comunión de ideas en el mundo del periodismo es el ego. En este oficio es muy difícil que un par reconozca la capacidad, trayectoria y desenvolvimiento de otro. No pasó con Ricardo. Desde los más enemigos hasta los más amigos, todos sin excepción, le reconocimos en vida y resaltan, ahora, la inteligencia y trabajo de quien fuera uno de los grandes referentes periodísticos que arrojó esta provincia. Ayer las redes sociales se poblaron de recuerdos y mensajes de cariño para la familia, algo que solamente le pasa a alguien que entregó la misma calidez.