El 17 de octubre es una de las fechas más importantes en la historia del siglo XX en Argentina, cuando los sectores populares ganaron la calle, pero en San Juan ese día no pasó prácticamente nada y recién el 18 se expresó el pueblo.
El golpe de Estado de 1943, había permitido que el joven coronel Juan Domingo Perón quedara al frente de la Secretaría de Trabajo de la Nación, desde donde tomó medidas que beneficiaron ampliamente a los trabajadores.
Su popularidad caía mal en ciertos sectores, los que lograron, con presiones a los militares, que en 1945 renuncie al cargo. La mayoría de los sindicatos tomó muy mal el apartamiento obligado de quien ya consideraban a su líder y llamaron a un paro total en todo el país para el 18 de octubre. La gente no podía esperar tanto, y el 17, la gente comenzó a marchar a la Plaza de Mayo para reclamar la presencia de Perón. Al ritmo del cántico de 300.000 personas, Perón volvió y les habló desde el balcón. A los pocos meses, fue electo presidente.
¿Qué pasó en San Juan ese 17 de octubre? Casi nada. La movilización en Buenos Aires había sido en gran parte espontánea y las noticias tardaban en llegar. Como todo había terminado tan tarde, los diarios sanjuaninos del 18 de octubre apenas mencionan la magnitud del suceso. Y al ser la movilización espontánea, las radios locales habían informado del hecho, pero sin tener en cuenta su trascendencia.
Sin embargo, el paro del 18 se hizo, impulsado por la CGT local. Desde hora temprana cientos de personas comenzaron a reunirse en la plaza 25 de Mayo. Muchos habían venido a pie desde lugares alejados del centro porque el paro era también de colectivos y los pocos que circulaban fueron obligados a cesar en sus recorridos. Lo mismo ocurrió con los pocos comercios que habían abierto sus puertas, obligados a plegarse por grupos de manifestantes.
Para mediodía, el paro de actividades era total. Sólo se escuchaban los repetidos cánticos de "Viva Perón" de los manifestantes. Con el transcurso de las horas, las noticias desde la capital del país comenzaron a llegar más claras y se tomó conciencia de la trascendencia de la movilización porteña.
Se comprendió que la inmensa multitud reunida en Plaza de Mayo había logrado reinstalar a Perón como un líder popular que tenía un interesante futuro por delante. Entonces surgió en la Plaza 25 la idea de marchar hacia la Casa de Gobierno ubicada en Desamparados.
La autoridad máxima de la provincia era Emilio Cipolletti, quien desempeñaba el cargo de Delegado Federal y quien era considerado una persona que simpatizaba con el coronel Perón.
Sin esperar mucho tiempo, se organizó una columna que comenzó a caminar en dirección a Desamparados. Lo hicieron por Rivadavia, pues la José Ignacio de La Roza todavía no existía y tuvieron que atravesar una ciudad que todavía demostraba las heridas del terremoto del ’44.
El diario Tribuna, en su edición del 19 de octubre describe así los hechos: "Alrededor de 300 personas formaron una columna, que se encaminó por la calle Rivadavia hacia el oeste (…) Llevaban algunas banderas argentinas y cartelones con el nombre de la Federación Obrera local y los precedían numerosos efectivos del Escuadrón de Seguridad (…) Los manifestantes entraron en el amplio local donde se levantan las oficinas gubernamentales y se detuvieron donde el interventor federal tiene su despacho. Fue en esa oportunidad cuando se hizo presente el señor Emilio Cipolletti, con sus ministros y demás funcionarios de la administración, a los cuales se hizo objeto de constantes aplausos. Ante los pedidos de que hiciera uso de la palabra, el interventor federal se dirigió a la concurrencia instando a los obreros a la unión y a la lucha que a su juicio, deben llevar las fuerzas del trabajo, para defender los principios de la justicia social. A continuación habló uno de los dirigentes del acto, el señor Juan Biganti quien entre otras cosas expresó que debía aplaudirse la decisión de no entregar el gobierno nacional a la Suprema Corte".
