El juicio a José Alperovich llegó a su fin. El exgobernador de Tucumán, uno de los políticos más poderosos de la provincia, fue encontrado culpable de los nueve hechos de abuso sexual por los que estaba siendo juzgado desde principios de febrero. Tras cuatro meses de debate, la Justicia lo condenó a 16 años de cárcel, lo que significa que podría estar encerrado hasta el 2040.
Los delitos por los que el exsenador fue sentenciado son graves. “Lo considero autor penalmente responsable del delito de abuso sexual simple reiterado en tres oportunidades, más dos hechos en grado de tentativa y otros seis hechos con acceso carnal, mediando intimidación, abuso de una relación de dependencia, de poder y de autoridad”, expresó el juez Juan Ramos Padilla durante el veredicto.
Milagro Mariona, la vocera de la denunciante, habló tras la condena y manifestó que la mujer que llevó a José Alperovich ante la Justicia “está satisfecha”. “Que el juez haya encontrado la verdad en sus palabras fue suficiente”, sostuvo.
“Es un fallo muy importante para el movimiento feminista. Creíamos que el juez iba a ser más blando por ser una persona con semejante poder, pero es un mensaje en contra de la impunidad”, añadió ante los micrófonos de TN, mientras de fondo se escuchaba el aplauso de los vecinos que habían salido de sus casas ante el tumulto de gente que estaba apostada en las puertas del tribunal desde muy temprano.
Una por una, las pruebas que condenaron a Alperovich
Como sucede en la mayoría de los casos de abuso sexual, el juez Juan Ramos Padilla tomó como elemento probatorio fundamental el relato de la víctima, ya que se trató de hechos que sucedieron en la intimidad y que no contaron con testigos oculares, es decir, con personas que los hayan presenciado.
El propio fiscal había insistido en que el testimonio que dio la denunciante fue “consistente y persistente a lo largo del tiempo”, lo que “fortaleció su credibilidad”. Este aspecto, según Abraldes, fue clave para “contrarrestar los argumentos de la defensa”, que intentó desestimar la denuncia y dijo que se trataba de un “relato armado”.
Pero este testimonio, a pesar del intento del abogado Augusto Garrido por desacreditar su veracidad de los hechos denunciados, fue constatado por las pericias psicológicas, psiquiátricas y ginecológicas que distintos profesionales de la salud le practicaron a la joven.
Por ejemplo, la psicóloga Mónica Herrán sostuvo que la denunciante presentaba un “daño psíquico” y un “trauma cristalizado” compatible con una víctima de violencia sexual. Además, dio detalles del mecanismo de disociación que advirtió en las entrevistas, ya que la chica denunció los hechos meses después.
También se tuvo en cuenta el testimonio de la ginecóloga que confirmó que la víctima tenía una lesión en sus genitales, compatible con una herida producida durante una actividad sexual violenta. Esta consulta médica se realizó dos días después del hecho más grave que fue denunciado en esta causa, que sucedió en la casa de Alperovich en El Corte, una localidad de Yerba Buena.
Ramos Padilla también escuchó durante el juicio a familiares y amigos de la denunciante, quienes aseguraron el abrupto deterioro físico y mental de la sobrina de Alperovich. Muchos declararon que la vieron más delgada, ya que había bajado unos 10 kilos, que tenía caída de cabello, ataques de pánico, decaimiento, insomnio, entre otros cambios que fueron significativos.
A su vez, extrabajadores de la campaña de Alperovich señalaron durante la ronda de testigos que advirtieron “actitudes machistas” por parte del acusado, como “chistes de mal gusto” o comentarios violentos y “subidos de tono” que le había hecho el exsenador a su sobrina, quien en ese momento trabajaba como su secretaria y era la persona encargada de armarle la agenda.
En este sentido, el fiscal describió la actitud de Alperovich como “patriarcal y mandona”, subrayando la asimetría de poder que existía entre el acusado y la denunciante, y cómo esta desigualdad fue utilizada para cometer los abusos.
Por último, pero no menos importante, se tomaron en cuenta las señales de las antenas de los celulares de la joven y el exsenador, que corroboraron que estuvieron en el lugar de los hechos, en los horarios que la denunciante dijo que sucedieron. Esto fue en un departamento ubicado en un complejo de cuatro edificios en Puerto Madero, en dos casas que Alperovich tiene en Tucumán, y en autos particulares del acusado.