Loan Danilo Peña lleva 18 días desaparecido y no hay rastros certeros sobre qué pasó con el niño en una investigación que está ahora en manos de la justicia federal y de la Policía Federal, que decidieron recorrer esta trama oscura desde el principio, como si todo lo que se hizo antes estuviese viciado o sospechado por negligencia o con intención, cuando conducía la pesquisa el fiscal Juan Carlos Castillo y la fuerza provincial.
Volver a cero en la investigación muestra la desconfianza que supura en un caso en el que desde el 13 de junio, cuando desapareció Loan Peña, se transitaron por lo menos tres hipótesis. Ninguna, por ahora, firme. La primera fue el extravío del niño en el monte, cuando había ido a buscar naranjas con su tío Bernardino Antonio Benítez y el matrimonio de Daniel “Fierrito” Ramírez y María del Carmen Millapi, y otros cinco niños. Luego, fue descartada.
La segunda apuntó a una supuesta red de trata de personas, que tiene a la pareja integrada por el capitán de navío retirado Carlos Pérez y Victoria Caillava, exsecretaria de la Producción del pueblo, como principales acusados. El comisario de 9 de Julio Walter Maciel está preso por supuesto encubrimiento. Ese vuelco en la causa provocó que el 24 de junio el voluminoso expediente pasara a la justicia federal. El sábado a la madrugada, Laudelina Peña, tía de Loan, sembró la tercera hipótesis, que hasta ahora no fue confirmada ni tenida en cuenta en la causa, cuyo argumento se centró en que Pérez habría atropellado a Loan. La mujer acusó al marino retirado de llevarse con su pareja el cuerpo del niño en la camioneta.
Tantas variantes surgieron en este caso, que tiene una profunda dimensión en la opinión pública, que la causa tuvo que volver hacia atrás, como si todo lo que se investigó hasta ahora no sirviera de mucho. Es que aún no se sabe lo más básico: cómo se produjo la desaparición del niño. Por eso, todo volvió a fojas cero.
Un grupo de peritos especializados de la PFA estuvieron gran parte del domingo abocados a trabajar en la camioneta del capitán de navío retirado Carlos Pérez, que está detenido en la cárcel federal de Güemes, en Salta, junto con su esposa Victoria Caillava. Ese vehículo es clave en esta nueva etapa. La camioneta Ford Ranger blanca, que el matrimonio usó para ir a almorzar el 13 de junio pasado a la casa de la abuela de Loan, fue marcada por los perros rastreadores hace siete días, cuando detectaron rastros del niño desaparecido. El olor que percibieron los canes fue clave para que el 24 de junio pasado los fiscales provinciales imputaran a Pérez y a Caillava por trata de personas, y el caso pasara a la justicia federal. No había hasta ese momento otras evidencias de peso.
Esa camioneta no había sido sometida hasta ahora a un peritaje exhaustivo, como se hizo este domingo en la sede de la comisaría de 9 de Julio, donde está secuestrado el rodado. El estudio forense del vehículo será clave no solo para confirmar el rastro que olieron los perros, sino también para avanzar en el móvil de la desaparición. Fuentes de la Policía Federal señalaron a LA NACION que también será sometido al mismo análisis el Ford K, que la pareja utilizó para viajar a la capital correntina y a Chaco, un día después de la desaparición de Loan.
Los peritos trabajaron durante la mañana y parte de la tarde del domingo dentro del predio de la comisaría, en una especie de cochera a cielo abierto, donde está secuestrada la camioneta. Más de una docena de agentes, vestidos con mamelucos blancos y máscaras, revisaron la Ford Ranger. Una custodia de la PFA pedía a los cronistas y a los vecinos que se apartaran de la zona, porque pretendían que los especialistas trabajaran en un clima de cierta tranquilidad, sin ruidos ni distracciones.
Pérez y Caillava fueron a almorzar a la casa de la abuela de Loan en la camioneta y se volvieron después de las 14.30 hacia el pueblo. La coartada del marino retirado es que quería ver el partido de River frente a Deportiva Riestra. Lo extraño es que al otro día viajaron a la capital correntina y a Chaco para comprar una casa rodante.
El peritaje de la camioneta también será clave para avalar y desestimar la declaración que hizo el sábado pasado a la 1 de la madrugada en la fiscalía de Corrientes Laudelina Peña, la tía de Loan, que reveló que Pérez habría atropellado a Loan y que a raíz del impacto el chico falleció, y que se lo llevaron en la camioneta. Con el correr de las horas el testimonio de esta mujer, que no retornó a 9 de Julio, se presume que está en la capital correntina, comenzó a perder entidad. Cecilia Noguera, la madre de Loan, sostuvo en diálogo con LA NACION, que “no tiene sentido lo que dijo. Es una maniobra para desviar la investigación. A Loan se lo llevaron”, repitió la mujer, como una especie de latiguillo. Ella fue la primera que desconfió de la versión de que su hijo se había extraviado en el monte.
El análisis de las antenas de telefonía aportaron que se activó la señal de los celulares del matrimonio acusado en una zona cercana a la casa de la abuela de Loan dos horas más tarde. Por eso, los rastrillajes con efectivos de la Policía Federal, que utilizaron también drones de la policía bonaerense, se focalizaron en las inmediaciones del campo de Catalina Peña. Hasta las 17 horas, hasta que había una apropiada luz natural, más de 200 agentes con camperas azules de la PFA rastrillaron de manera minuciosa ese lugar.
En esa zona estuvo la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, que aseguró que hasta ahora “no hay datos de Loan, sino que lo que existe es una construcción de hipótesis y de pistas”. La funcionaria llegó a la llamada zona cero, donde se realizan los rastrillajes, para respaldar el trabajo de la PFA. Durante el fin de semana no surgieron nuevas evidencias tanto en la búsqueda de Loan como de algún nuevo rastro. Desde que comenzó la búsqueda del niño el 13 de junio las únicas pruebas que se encontraron en el terreno se determinó que fueron “plantadas”, como afirmó la tía de Loan, sobre el botín que usaba el chico, que fue encontrado por el comisario Maciel en un charco de barro. Todo fue falso, y sirvió para alimentar la esperanza de que el chico de cinco años permanecía perdido en esa áspera geografía.
Fuente: La Nación