Con 20 años recién cumplidos el pasado 25 de junio, Irina Guadalupe "Yiyí" Carrión se convirtió ayer en la mujer más joven en San Juan en recibir la pena máxima, informaron fuentes judiciales. Le dieron prisión perpetua por matar a su hijo recién nacido, un varón que midió 55 centímetros, pesó 3.230 kg y alcanzó a respirar antes de que su propia madre lo asfixiara, lo metiera en un tacho viejo de pintura y lo arrojara por la medianera al fondo de un vecino en Santa Lucía. El juez José Atenágoras Vega (Sala II, Cámara Penal) adhirió al pedido de la fiscal Leticia Ferrón de Rago, y aplicó prisión perpetua, la única pena posible cuando alguien resulta acusado de un homicidio agravado, en este caso por el vínculo. "Comprendió lo que hacía", dijo la fiscal.
Ismael Hidalgo ahora podrá pedir que la Corte de Justicia revise el fallo, pues siempre sostuvo, igual que ayer, que su clienta es inimputable por no comprender lo que hacía en el momento de parir al bebé en el baño tipo letrina del fondo de su casa en el 3316 Este de la avenida Sarmiento, en Santa Lucía. "Lo lógico hubiera sido que lo arrojara en el mismo baño y nadie se hubiera dado cuenta. Además tuvo una vida muy difícil, de pobreza, con una familia muy numerosa", dijo el letrado.
"Yiyi" Carrión quedó en el centro de las sospechas el 1 de agosto de 2016, cuando sus vecinos descubrieron el balde con los restos del bebé que, según el médico forense, llevaba entre 8 y 10 días fallecido.
Y cuando la metieron presa buscó despegar. Dijo que el bebé era fruto de una violación, que en su casa nunca supieron que estaba embarazada y menos que había eliminado a la criatura.
El psicólogo que la entrevistó declaró que la joven siempre vivenció a la criatura como "un objeto extraño en su cuerpo, rechazado, negado, nunca estableció un vínculo afectivo con él".