El crimen de Yamila Pérez (25 años, adicta, ligada a la prostitución) no habría sido una venganza narco ordenada por su ex y el resto de los "Pastelitos" Sosa desde la cárcel a su pariente Juan Ramón Sosa (ya detenido) por haberlos "batido". Ahora los investigadores creen que a la joven (madre de cuatro chicos) pudo matarla un vecino suyo, Evaristo Molina (67, también preso), para terminar con una suerte de chantaje de la joven. Según esa versión, Yamila le habría exigido más dinero a ese hombre que vendía gas, Evaristo Molina (67), para no delatarlo ante su mujer sobre la relación "comercial" por sexo que mantenían, indicaron.
Molina quedó en la mira de los pesquisas de Homicidios y del juez del caso, Guillermo Adárvez, por una indicación de un oculista con su nombre. Ese papel hallaron el pasado 17 de junio, cuando fueron hasta ese lugar en Callejón Muñoz y Luna, en Chimbas, y se toparon con una joven irreconocible. Había sido ultimada de 8 cuchillazos (seis en el pecho y dos en la espalda), y le habían arrancado sus brazos y su rostro.
Por la precisión del forense de que había parido hacía poco y un tatuaje una pierna, supieron que era Yamila. Y entonces una hermana suya confirmó el dato de que la víctima que vivía en el barrio Cabot y Molina, que vive cerca en el barrio Costa Canal I, mantenían una relación de sexo por dinero y hasta por el gas, indicaron.
De inmediato, el juez ordenó secuestrar pruebas de la casa de Molina, como cuchillos y su Chevrolet Prisma, que solo él manejaba. Y el sospechoso quedó complicado, porque en la parte trasera del vehículo encontraron manchas de sangre y cabellos rubios como los de la víctima, dijeron fuentes del caso.
Además, supieron que en su círculo tenía fama de "experto" faenador de cerdos, habilidad que había adquirido de niño cuando carneaba chivos con su papá en Mendoza. Ese dato encajaba con la macabra maniobra homicida encarada en el cuerpo de Yamila.
El hecho podría no ser calificado con el agravante del femicidio.