Dos grupos dedicados al narcotráfico sufrieron un duro traspié entre la noche del miércoles y ayer en la madrugada: en Rawson, pesquisas de Seguridad Personal dirigidos por el comisario Rodolfo Andrada, secuestraron 5,358 gramos de marihuana a un mendocino que llegó con su pareja de 17 años y su cuñada, supuestamente contratado para traer y entregar esa droga (‘mula’ en la jerga policial). Y en el barrio Cabot, en Concepción, Capital, madre e hija fueron detenidas por policías de Drogas Ilegales al mando del comisario Carlos Avellá y el principal Jorge Carrizo, con 1,150 kg de marihuana, 478 gramos de cocaína, elementos para fraccionar, un revólver calibre 38, 5 cartuchos, 10 teléfonos celulares y unos $2.000, dijeron fuentes ligadas a la investigación.

EL MENDOCINO

Fue una recorrida por las calles de Rawson, lo que terminó con la maniobra que, al parecer, le encomendaron al mendocino Gustavo Quiroga Morales (30). Según las fuentes, alrededor de las 23.30, el sujeto salió corriendo cuando los pesquisas se acercaron para ver qué intercambiaba con otros dos en un auto y una moto, pero no tuvo suerte. Antes de meterse al departamento que alquilaba desde la mañana del miércoles en Alvear y Espeleta, fue apresado con la mochila en la que tenía 13 panes con la droga. Al allanar el departamento, se toparon con su pareja de 17 años y la hermana de esa joven, y ahora será un juez federal quien resuelva si las mujeres tienen no vinculación a la maniobra.

MADRE E HIJA

En el barrio Cabot, la situación fue otra. En ese caso hacía tiempo que los pesquisas seguían los movimientos en esa casa llena de rejas en Mary O’Graham al 554 Este. Según las fuentes, la investigación arrojó que los contactos se hacían en un kiosco de la misma propiedad. Y que luego los ‘pases’ se concretaban por una ranura del portón.

Una vez adentro, alrededor de las 2 de ayer, apresaron a Lorenza Mercado (43) y a su hija Belén (25), esta última, principal sospechosa. Las mujeres tenían la marihuana fraccionada en trozos y 315 porros, y la cocaína en trozos, ‘piedras’ y tubitos, contundente prueba de que vendían.