Ivana estaba a punto de salir con su nene de 3 años rumbo al jardín de infantes, cuando un asunto de rutina es su casa la llevó a abrir la puerta del fondo. Eran como las 8,30 de la mañana y la terrible experiencia que sufrió a partir de esa acción, la tiene ahora con la idea fija de dejar la casa que con tanto esfuerzo construyeron con su marido. Porque apenas abrió se topó con tres encapuchados, con un arma, con amenazas, con golpes en el cuerpo y también a su barriga, su punto más débil: está embarazada de tres meses. La joven no sólo debió protegerse de las embestidas de los delincuentes hacia esa zona, también se aterró cuando el blanco de las amenazas fue su nene, a quien encañonaron para que dijera dónde tenía la plata.

Según Antonio Benegas (34 años) todo ese drama soportó su esposa Ivana González (32 años, prefirió no hacer declaraciones) hasta que, encerrada desde el baño con su hijo, lo llamó con el celular que los delincuentes estrellaron contra una pared para intentar incomunicarla. Entonces la desesperación, la carrera de Antonio a mil desde su trabajo en la fábrica de vidrios hasta su casa, a los bocinazos por la calle. Y la huida de los delincuentes, sólo con 1.000 pesos, porque los bocinazos los alertaron y se fueron sin los electrodomésticos que tenían embalados.

"Esos 1.000 pesos los teníamos ahorrados para el nacimiento del bebé", lamentaba ayer Antonio, dolido, indignado.

La dramática situación que atravesó la familia Benegas González trascendió ayer pero ocurrió en la mañana del miércoles en la casa donde viven hace ocho años, en el 1667 Norte de Chacabuco (casi Tomás Edison), en Santa Lucía. En la zona los vecinos se quejan por los continuos robos que -explican- se hicieron más frecuentes desde que les pusieron vecinos en los barrios nuevos, con gente de las villas.

"Nos desvalijaron la casa más de una vez, a mi esposa la asaltan con armas entre 4 y 5 veces por año. De día tenemos todo cerrado con llave, tenemos rejas, tenemos alarmas, incluso una con sensor de movimiento en el fondo (en la medianera) que tuve que sacar por los vecinos, porque se activaba con cualquier cosa. Parece que por allí se metieron ahora y esperaron a que mi señora abriera la puerta del fondo para entrar, nos tienen muy controlados", dijo ayer Antonio.

Y sentenció: "Lo que pasó es demasiado. Ahora mi señora está mal psicológicamente y ya no quiere volver a la casa… por eso pienso que lo mejor es vender todo para irse a vivir a un lugar más tranquilo, porque así no se puede vivir".