Un triángulo amoroso. Veneno. Dos amantes muertos. Esa secuencia con final trágico, de complicados entretelones, terminó de cerrarse ayer al mediodía con el hallazgo sin vida de Antonia Beatriz Nievas (35 años, viuda, cinco hijos), la mujer que durante 10 años estuvo en pareja con Luis Pérez y que en los últimos tiempos (se habla de 4 años) se frecuentaba con Jorge Miguel Mercado (45), el remisero separado y padre de siete hijos que apareció muerto el viernes en la mañana entre las malezas a un costado de calle La Plata, en la zona rural de Tupelí, 25 de Mayo, cerca del puente de Cochagual.
Ayer no se descartaba un posible pacto suicida, pero los investigadores se inclinaban más por la hipótesis de un crimen seguido de suicidio.
Como anticipó DIARIO DE CUYO, el hallazgo sin vida de Mercado pronto supuso una estrecha conexión con la llamativa ausencia de Nievas. Según la policía, la mujer había salido el jueves a la noche de su casa y le había dicho a un pariente directo que estaba con el remisero. Por eso se supuso lo peor sobre su suerte cuando apareció muerto el chofer, y esa hipótesis se confirmó ayer, cuando policías de Seguridad Personal llegaron a la pensión que alquilaba Mercado en Patricias Sanjuaninas al 1.390 Sur, en Villa El Pino, Capital, en compañía de un familiar que sabía que su mamá iba a parar allí.
El hallazgo se produjo ayer a las 12, en plena búsqueda del cuerpo de Nievas con ganchos lanzados en aguas del río San Juan en la zona de Cochagual, Sarmiento. Los policías pudieron ver el cuerpo de la víctima desde una ventana, pero no pudieron entrar porque estaba con llave la única habitación en la que pasaba sus días Mercado. Por eso fue necesario traer esa llave desde la Seccional 32da de Las Casuarinas, donde estaba radicada la investigación.
Cuando abrieron, ya con la presencia del juez Guillermo Adárvez (Tercer Juzgado de Instrucción), su secretario Eduardo Raed y el jefe de policía Miguel González, se toparon con la mujer boca arriba sobre un colchón de una plaza tendido en el piso, cubierta con una sábana entre el pecho y un poco más abajo de las rodillas, hinchada, sólo con una bombacha y con los ojos amoratados, sobre todo el izquierdo.
Algunos jefes policiales, aseguraron también que la víctima presentaba un corte y restos de sangre seca en la zona de la ceja izquierda y restos de sangre también en la nariz, aunque no creían que esa lesión (no tenía heridas de armas) hubiera provocado su muerte.
Sí se inclinaban a pensar que tal vez pudo ser envenenada, porque en una pequeña mesa hallaron cuatro botellas de vidrio con líquidos: una de gaseosa (sería Coca Cola) y otras tres con restos de una sustancia algo blanca, similar a la que tenía la petaca hallada junto al cuerpo de Mercado, confiaron fuentes policiales.
Para los policías, la muerte de Mercado es un suicidio (resta confirmarlo con un estudio en laboratorio), porque cuando lo hallaron muerto a unos 100 metros del Chevrolet Corsa de la firma ‘Génesis‘, estaban todas sus cosas: unos 200 pesos, el juego de llaves con el que abrieron la habitación que alquilaba en ese pensionado que tenía otros 9 ambientes similares. Y dos celulares, el que usó para llamarle a la madre de sus hijos (estaban separados desde hace 2 años, según la policía) para decirle que terminaría con sus días, porque estaba agobiado de problemas, y el teléfono de Nievas.
Lo que no está claro para los investigadores es la causa de muerte de la mujer. Suponen que pudo ser envenenada, pero no descartan haya sido asfixiada o que perdiera la vida por alguna otra maniobra. Lo suponen también, porque si bien encontraron un papel escrito dentro de una Biblia en el que se alude a un final trágico tomado como decisión conjunta de la pareja, no les cerraba que la mujer apareciera en un lugar y su amante en otro.
Además, la familia de Nievas habría dicho que la mujer, a pesar de la compleja relación amorosa que mantenía, no tenía razones para tomar una decisión así. En la policía están convencidos de que Mercado era la pata conflictiva del caso.
Ayer se vivieron escenas dramáticas cuando se conoció que era Nievas la mujer fallecida. Tanto, que el hijo de la dueña de la pensión se descompuso cuando lo supo, y una crisis similar atravesó la madre de Beatriz Nievas, que entre lágrimas y tirada sobre la vereda, repetía desconsolada: ‘¡¿Por qué no te mataste solo?! ¡¿por qué no te mataste solo?!‘.

