Lautaro Chirino (12) se había llevado la peor parte de ese choque entre el auto de su familia con un patrullero de la Policía Comunal alrededor de la 1,30 de ayer en un cruce de Neuquén y José María Paz, en la Villa San Damián, Rawson. Según la Policía, el impacto provocó que la Renault Kangoo en la que viajaba con otros cuatro miembros de su familia, terminara incrustada con su parte trasera en un poste. En ese descontrol, el chico había salido despedido, con gravísimas consecuencias: una fractura expuesta en el fémur de su pierna derecha y varios golpes más en su cabeza y el resto del cuerpo, terminaron generándole lesiones irreversibles: llegó al Hospital Rawson, pero a los pocos minutos dejó de existir, dijeron ayer fuentes policiales.
Lo que siguió a esa tragedia, ayer era parte de una polémica. En la Policía sostienen que tanto el chofer del móvil, un civil empleado por el municipio (Juan Costa, 22 años) como su acompañante, el agente Walter Gallastegui, dijeron que circulaban con sirenas y balizas, porque iban en apoyo de otro móvil comunal que tenía problemas con unos sujetos que querían identificar en el CIC de la Villa Angélica.
En la familia, en cambio, niegan que el patrullero hubiera llevado encendidas las sirenas y las balizas que le dan ese privilegio de paso.
El punto no es menor ya que Guillermo Chirino (41) su esposa Lorena Martínez, su cuñada Maira y sus hijos Lautaro y su nena de 2 años, circulaban hacia el Norte por Neuquén. Y el móvil comunal circulaba hacia el Oeste por General Paz.
El propio jefe de Policía, Adolfo Jofré, dijo públicamente que, en principio, todo indica que el patrullero tenía la prioridad de paso.
Ayer, policías de la Seccional 25ta al mando del subcomisario Emilio Guajardo, recababan cada elemento de prueba para esclarecer las circunstancias de la tragedia.

