Habían estado en una fiesta en el barrio General Acha, en Concepción, Capital, cuando decidieron salir a dar una vuelta y, de paso, robar. La oportunidad se presentó cuando Marcos Arancibia (24) y su novia, la enfermera Romina Castro (22), salían de la casa de la joven en el barrio Luz y Fuerza I, Chimbas: ella iba a tomar el micro para ir al hospital, Marcos la acompañaba, partía a su casa y, luego, también se iba a trabajar repartiendo pan. Fue a escasos 50 metros de la casa de Romina que esos dos sujetos en moto los encararon y la pareja echó a correr, pero ella se cayó y en el piso la golpearon para que entregara su cartera, con 35 pesos. Fue ahí que Marcos recibió un disparo en el pecho, que resultó letal. En su declaración, Romina dijo que el homicida disparó cuando Marcos hizo el amague de írseles encima a los ladrones.
Sin embargo el chico de 17 años que ayer confesó ser el autor del disparo mortal, aseguró que hubo un forcejeo y ahí se le escapó un tiro, porque en realidad no quiso matar. También dijo estar arrepentido, aseguraron ayer fuentes policiales y judiciales.
El supuesto homicida declaró en la Central de Policía, asistido por un defensor oficial y acompañado por su mamá.
‘El menor se autoincriminó como autor material del hecho y vamos a profundizar la misma línea investigativa para esclarecer completamente el caso’, dijo el secretario de Seguridad Gustavo Fariña.
Habían sido los policías de la sección Homicidios, que dirige el subcomisario Adolfo Aciar, los que llegaron hasta ese menor. En la Policía dicen que la pista surgió de los múltiples allanamientos realizados en distintos barrios conflictivos ligados al ambiente delictivo.
Así supieron que el chico en cuestión vivía en Concepción, Capital. Que tiene problemas con las drogas y que a causa de esa enfermedad comenzó a relacionarse con gente del ambiente delictivo.
Es más, ayer precisaron que el menor ya cargaba con un pedido de captura por robo.

