"Cuándo nos vamos a imaginar que nos van a robar acá, si estamos en pleno centro y al lado de una de las bibliotecas más importantes que hay en la provincia. Y nos se nos pasó esa idea porque supuestamente esta es una zona vigilada, aunque en las noches parece que no mucho". Así de sorprendida e indignada estaba ayer en la mañana Gladys de Aguilar, una comerciante que tiene junto a su esposo un comercio dedicado a la venta de relojes y alhajas en el corazón del centro capitalino. Y la bronca era porque su negocio fue blanco de un audaz atraco perpetrado por dos chicos durante la madrugada de ayer. Al parecer, los ladrones, dos amigos de 18 y 12 años, hicieron un hueco en la vidriera y metieron un palo con un gancho en la punta en la estantería donde había relojes de varias marcas, gamas y precios. Los delincuentes tuvieron tiempo de sustraer 32 de esos aparatos y no fueron descubiertos ni por testigos ocasionales ni por la policía. Sin embargo, unos minutos después y casi de casualidad fueron interceptados por efectivos de la seccional 2da. en Concepción, quienes al entrevistarlos y requisarlos descubrieron el botín y los apresaron, dijeron fuentes policiales.
El blanco fue la "Regalería Don Benjamín", situada en Laprida 57 Este, Capital. Ese local está al lado de la biblioteca Franklin y casi enfrente del hotel "Alkazar". Ayer, alrededor de las 9, Gladys y su marido, Miguel Aguilar, descubrieron el robo cuando una policía entró y les avisó que le habían roto la vidriera.
Aparentemente, los jóvenes aprovecharon el viento y la lluvia de la madrugada para dar el golpe. A través de las rejas, los delincuentes se las ingeniaron para romper el grueso vidrio y luego metieron el palo. En esa maniobra, uno de ellos se cortó la mano, pero igual sacaron 32 relojes valuados en unos 2.500 pesos, aseguró Miguel Aguilar, el propietario.
Alrededor de las 3:30, dos policías de la comisaría 2da., al mando del comisario inspector Rubén Marinero, interceptaron a dos muchachos en una bicicleta que circulaban cargando una bolsa por Maipú y Jujuy, en Concepción, Capital. Cuando los pesquisas revisaron el bulto, se toparon con los relojes. "Uno dijo que se los había dado su papá luego de no poder venderlos en Mendoza", comentó un policía. Esa insólita versión no les cerró a los policías y los detuvieron, dejando el caso resuelto.

