La sospecha de que el asesino serial de homosexuales Claudio Gil había matado de 19 cuchillazos en octubre de 2009 al enfermero Carlos Alfredo Olivares (47), se había instalado como hipótesis de investigación el mismo día que Gil cayó preso, el 13 de marzo de 2014, por dos de los crímenes por los que hoy cumple prisión perpetua, uno de ellos calificado con el agravante del odio homofóbico. Sin embargo fue recién en febrero pasado que se decidió cotejar el ADN de Gil con el extraído del semen secuestrado de la casa de Olivares en el barrio Frondizi, Capital, el día que lo hallaron muerto, el 14 de octubre de 2009. Y pese a la expectativa, el resultado dio negativo, informaron fuentes judiciales.
Todo hacía suponer desde hacía tiempo que Gil pudo haber sido el asesino de Olivares. Por varias puntos en común con otros crímenes: la orientación sexual de la víctima, el empleo de un cuchillo, la repetición de las heridas y el lugar del cuerpo en el que se localizaron. Porque luego del crimen también se produjo el robo de algunas pertenencias de la víctima, dinero en el caso de Olivares, cuya billetera fue hallada por un vecino en la calle.
En el círculo de sospechosos un mediagüino que vivía con Olivares, también fue investigado a pesar de haber dicho que aquella vez decidió marcharse cuando el dueño de casa se encontraba "de fiesta", sin poder determinar con quién o quiénes estuvo. Sin embargo un cotejo de ADN con su perfil genético también lo descartó como posible homicida.
Y hoy la investigación sobre el caso Olivares sigue en la impunidad.
Gil registra seis condenas: dos a prisión perpetua por matar a homosexuales en San Juan en 2014, una de ellas agravada por odio homofóbico. Otra de 12 años por asesinar y prenderle fuego a otro homosexual en La Rioja, una más de 11 meses por quemar con agua hervida a su propia madre (ya fallecida). La primera, de 9 años, la recibió por robo de auto y privación ilegítima de libertad. Y la última, el año pasado, fue de 6 años por obligar a otro preso a que le practique sexo oral y por quemarlo en la espalda con agua hervida.